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Despertó con un horrible dolor y se llevó una mano a la cabeza mientras se erguía sobre la mullida cama.

Miró a su alrededor, no recordaba haber llegado a su habitación la noche anterior.

Se esforzó en ordenar sus memorias al salir de aquella reunión.

Miró la hora: las dos de la madrugada, había dormido hasta tarde. Lo último de lo que pudo acordarse con más claridad fue verla a ella dormida y...

Oh no... ¡No, no, no, no!

Miró a su lado y ella no estaba ahí. Se desesperó. Buscó las gafas para ponérselas y se apresuró en buscarla, pero se detuvo un segundo y se miró en el espejo. Tenía un aspecto deplorable: despeinado, aún vestido con la misma ropa del día anterior y el rostro pálido, no quería ni imaginarse la expresión de su amada al verlo llegar así.

Se aseó, se peinó y se cambió el traje arrugado por uno más decente.

Ahora sí que podía buscarla sin parecer un loco. Miró en otras habitaciones, en la sala de estar...

Captar un delicioso aroma que provenía de la cocina lo dijo todo.

Y ahí estaba, cocinando tranquilamente.

Ella se percató de su presencia de inmediato y se giró hacia él.
—Buenos días, Reiji. ¡Por fin despiertas! —dijo con una encantadora sonrisa que revelaba sus bonitos y largos colmillos.

—¡Yui!

La abrazó sin darle tiempo a reaccionar.

—Reiji, ¿qué pasa? —preguntó ella, sobresaltada.

Se separó de ella y la agarró suavemente por los hombros.

—¡Menos mal que estás aquí! ¿Te encuentras bien?

Ella se movió para buscar comodidad.
—¡Claro que sí! ¿Ocurre algo? ¡Estás muy alterado, cálmate!

Respiró hondo antes de hablar:

—El caso es que en la reunión de ayer bebí vino de más... al volver a casa te vi en la cama, durmiendo, me abalancé sobre ti y... no recuerdo nada más —Yui pareció entender la razón de su desepero —. Dime la verdad, ¿te hice daño? ¿Te obligué a hacer algo que te incomodara o que no quisieras? No tengas miedo de decírmelo.

Yui sonrió y le sostuvo ambas manos.

—Puedes estar tranquilo, no llegaste a hacerme nada.

—¿De verdad? —preguntó él, preocupado.

—Sí. Me desperté cuando llegaste, entonces me abrazaste y empezaste a darme besos. Me alegré un poco al principio, pero enseguida noté tu olor a alcohol y me preocupé, admito que también me asusté un poco. Después tuviste la intención de morderme, pero obviamente no quería aprovecharme de ti en ese estado y te detuve al decirte que estaba cansada, me hiciste caso y te dormiste enseguida.

—¿Tuviste miedo? —ella desvió la mirada —. Lo siento mucho, juro que no volverá a pasar.

—No pasa nada, pero ten cuidado para la próxima vez, podrías haberte hecho daño en el camino de vuelta.

Se apartó de él y sirvió en un plato lo que estaba cocinando.

—He leído en un libro de recetas que esta sopa ayuda a combatir la resaca y pensé que te vendría bien —explicó —. También he preparado un poco de té, esta vez sin teína, por supuesto, si te apetece tomar un poco. ¡Espero que te guste todo, me he esforzado mucho en hacerla!

Colocó todo sobre la mesa de la cocina.

Era cierto que le seguía doliendo la cabeza, y era todo un detalle que se preocupara por él incluso después de la noche anterior, era tan propio de ella...

Patience | Reiji SakamakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora