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Y ahora Reiji tenía las mismas preocupaciones que Yui tenía por él cuando se iba de casa tan temprano y volvía todavía más tarde, si es que regresaba. Por no hablar de las veces que, cuando tenían la oportunidad de hablar, él no la escuchaba o no prestaba atención a lo que decía.

Pero nada de eso le había importado a ella hasta que ocurrieron esas situaciones anteriores, por mucho que fueran compensados, siempre repetía sus errores.

Ser humillada durante su aniversario de boda provocó que Yui sintiera menos seguridad al estar con vampiros que no conocía por temor a ser discriminada.

El sirviente que la echó de casa le hizo pensar que las responsabilidades de Reiji como mano derecha podían excluirla de cualquier cosa por cualquier razón.

Y haber recibido plantón en la cita la convenció de que, si bien comprendía que su marido tenía cosas que hacer, él se sobreesforzaba hasta el punto de hacerse daño. Y ella, a su propio juicio, no hacía nada de provecho para compensar sus esfuerzos y era un estorbo en casa.

No era que ella le hubiera dicho todo aquello de forma exacta, sino Reiji quien lo suponía. La conocía, Yui era tan buena y agradecida que nunca se quejaría de algo.

Pero las cosas habían ido a otro nivel con la borrachera de la noche anterior, se sentía patético. Incluso ella lo había ayudado preparando algo que le haría sentir mejor.

Pasó una semana desde que Yui comenzó a tomar turnos por las mañanas, Reiji notó que apenas comía y se veía pálida.

Si no comía, que bebiese sangre por lo menos, pensaba constantemente Reiji, pero ni él recordaba la última vez que ella bebió sangre como la vampiresa que era ahora.

Aquella misma noche decidió preparar la cena para los dos, si ella no se acordaba de cuidarse, él se lo recordaría.

Se sintió raro, fue él quien le insistió a Yui que dejara de esperarlo con la cena preparada, al principio siempre la veía dormida sobre la mesa ya puesta.

Y directamente le pidió que no cocinara nada para él, cuando al día siguiente de aquel ella le había dejado la comida preparada, ya fría por la espera.

Eso la había desilusionado, pero lo aceptó.

Nadie podía imaginarse las ganas que Reiji tenía de contarle la noticia de que las cosas habían empezado a calmarse dos días atrás, él ya no regresaba tarde a casa ni se iba tan temprano, las cosas habían vuelto a ser como antes y quería demostrárselo a su amada de alguna forma.

Se puso manos a la obra, no había cocinado en mucho tiempo.

En unos minutos la mesa estaba preparada, debía de quedar poco para que ella regresara.

No recordaba la última vez que la espera fuese tan larga para él.

Escuchó la puerta abrirse, por fin había llegado.

Fue a recibirla, pero su tranquila sonrisa se borró al verla con la mirada perdida y la piel más pálida que antes, casi no la reconocía.

-¿Yui? ¿Qué ocurre?

La única respuesta que obtuvo fue un tambaleo que le provocó un tropiezo.

Él la agarró justo a tiempo antes de caerse al suelo.

Preocupado, la llevó rápidamente a su habitación y la tumbó sobre la cama con cuidado.

Todavía no se podía creer que un vampiro llegara a desmayarse por trabajar en exceso, debía de ser malo para llegar a aquel punto.

No tardó mucho en despertarse, Reiji ansiaba abrazarla, pero ella aún estaba cansada.

-¿Reiji? -lo llamó al verlo, aún mareada y llena de dudas.

Patience | Reiji SakamakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora