- Tengo dos papás y un montón de hermanos - Adam asintió y admiro la sonrisa de Noria y las pecas en toda la carita azulada. Las sirenas no son como los humanos, como el color de piel y de ojos. En el océano, la vida es diferente. Adam lo tuvo en la punta de la lengua, preguntar. Si en el oceano las personas se odiaban y dejaban de lado o molestaban a otros sin sentido. Sin embargo, prefirio callar y besar los deditos de Noria. Su madre siempre decia, el amor hace bien.
- Y yo tengo dos mamás y un hermano -
Adam descubrió lo agradable de querer y dar afecto a otra persona. Noria era una persona. Un ser vivo. Con su cola deslumbrante y los ojos azules llenos de picardia astuta. Adam despertaba cada dia emocionado por volver a verlo. Contaba a Noria, todo lo que veia en la tierra. Llevaba los lapices de colores para juntos, aprender a pintar y retratar lo que desearan solo usando las manos. Adam tenia muchas cosas para contar a Noria.
Entonces confió su mas grande secreto.
- Cuando la luna esta llena puedo sacar orejas y cola de lobo. Pero cuando esta como ahora, cortita, solamente puedo soñar con el lobo. Mamá dice que cuando sea grande, voy a poder cambiar y ser quien desee -
- ¿Y cuando seas grande, vendras a visitarme? - la voz de una sirena es siempre hermosa. Excepto cuando esta triste. El llanto paraliza los sentidos. Las lagrimas quedan convertidas en perlas.
- Nunca voy a dejar el océano. -