Clase 5

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Minho le mira sintiéndose idiota. No sabía qué era lo que exactamente le llamaba la atención de ese muchacho; era esa figura delgada, era que se aplicaba bien en clases, eran sus ojos que cuando sonreía ya no se notaban, era él, tal vez.

O sería la forma en la que lo conoció.


Estaba en la oficina de su amigo, esperando a que la hora de trabajo terminara. Él se encargaba de las inscripciones de estudiantes nuevos y ese día era sus cumpleaños.

- No sé qué hacemos aquí – se queja nuevamente al ver a Jinki tamborileando su escritorio con un par de lápices – ya no hay nadie, vámonos.

- Aún no entiendes la importancia de mi trabajo...

- Pffff – se pone de pie y se recarga en la pared – ese discurso te lo conozco desde hace miles de años – una queja que hace reír a Jinki.

- ¡Minho, somos lo encargados de los nuevos estudiantes por primera vez en nuestras vidas! – Minho ríe y Jinki arruga un papel y se lo avienta en la cara, porque no lo esquiva – no seas tan vago.

El alto ríe divertido, no porque fuera vago realmente, porque sí lo era. El punto era que esa noche en la fiesta de cumpleaños del mayor, estaría Sooyoung, la ex novia de Jinki, la que llegaría después de tres años de irse a especializar en genética a américa, la razón por la que retrasaba tanto salir del trabajo.

Y llevaban ya diez minutos de seguir ahí sin hacer nada más que discutir, porque el horario terminaba a las 6:00 p.m., el reloj continuaba avanzando y Jinki continuaba buscando excusas para quedarse un poco más.

- ¿Y si nos vamos y frustramos el sueño de un niño que sólo se retrasó por quince minutos? – Minho rueda los ojos.

- No me sentiré mal, porque tuvo más de un mes para venir a inscribirse – Jinki le clava la mirada.

- Siempre tan amargado y estirado.

- Siempre.

- No cambias.

- No lo haré.

- Te quedarás soletero.

- Eso espero.

Y cuando ven a un par de señores asomarse a la puerta de vidrio detienen su discusión. Jinki sonríe y Minho se acerca a abrir la puerta para que pasaran.

- ¿Viste? Sí hay un niño – dijo señalando detrás de los señores que entraban haciendo miles de reverencias por llegar atrasados y porque surgieron muchos inconvenientes.

- Un niño que tiene cara de que le importa una mierda esta carrera.

Fue lo último que dijo, porque Jinki veía que tenía razón. El chiquillo tenía la trompa hasta el piso y sus padres le obligaban a firmar su boleta de inscripción.

No le quitó la vista de encima ni un solo segundo, más cuando hacía pucheros para que sus padres dejaran de manejarlo como si fuera un niño pequeño.

- ¿En qué horarios te parece mejor? – preguntaba Jinki haciendo su trabajo – ¿en la mañana o la tarde? – Minho rodaba los ojos. Siempre era tan bueno con todo el mundo, mientras que cuando ellos entraron a la facultad de medicina los trataron como a la mierda.

- En la mañana – decía su madre, adelantándose.

- Pero mamá, tengo clases de baile en las mañanas.

- ¡Las dejarás! Taemin... ¡las tienes que dejar!

Y Minho sintió algo arrugarse dentro de su pecho al ver esa cara de mucha tristeza del pequeño hongo cuyos ojos se cristalizaban. No era que le importara una mierda la carrera, era que alguien más decidía su futuro por él.

Lo había juzgado mal.

- Sí, mamá...

- Hey – llama su atención y él se gira a verle – toma.

Y le obsequió uno de esos dulces que estaban en un botecito sobre el escritorio de Jinki, eran de esos que eran para los invitados, pero ellos jamás levantaban uno. Era tan ridículo.

- Gracias...


Aún mantenía la mirada baja, era alguien realmente inseguro que había llegado a, casi, terminar la carrera en contra de todas sus predicciones. En contra de aquella apuesta que hizo ese mismo día con Jinki que había dicho que el niño se graduaría, a diferencia de él que decía que no llegaría ni a aprobar los exámenes de ingreso.

Cada día perdía más. Un dólar más. Y Jinki ya era un jodido millonario por la cantidad de dinero que le debía.

Y la verdad le emputecía perder. Por eso era como era con Taemin.

- ¿Cómo le dijiste algo así? – se quejaba Jinki mientras le alcanzaba un sándwich que su esposa Sooyoung había preparado esa mañana. Como cada mañana, para ambos – le contaré a Sooyoung.

- ¡No! – se queja Minho – ¡Me quedaré sin comida!

- ¡Te lo mereces! ¿¡Y si Taemin no hubiera vuelto!?

Minho se devora el sándwich sin detenerse, mientras pensaba en lo que le exigía su amigo. Él siempre fue así, no es que el mundo hubiera sido muy indulgente que digamos cuando joven, así que por qué tenía que ser blando con el resto.

- Era su decisión – se excusa mientras sujeta otro trozo de esa deliciosa comida que era lo único que comerían durante esa noche en las que les tocaba atender emergencias.

- Pero lo trataste así, porque me debes mucho dinero, idiota. No es que realmente fuera malo, lo sabes. Demostró ser diferente a todo lo que pensabas.

El alto rueda los ojos y se aclara la garganta, como disipando esa duda que empezaba a carcomerle el alma.

Tal vez le debía una disculpa.

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Lamento la tardanza, pero he estado muy ocupada y seguiré así ;( envienme energía positiva por favor :'3

Gracias por todo su apoyo <3

Con el pie Izquierdo - 2minDonde viven las historias. Descúbrelo ahora