[Capítulo 1]

38 1 0
                                    

Eran las dos de la mañana y había decidido continuar leyendo, últimamente lo que menos tenía eran ganas de dormir, ya que, hace un par de días había dormido por tantas horas que me había aburrido hasta de conseguir el sueño, ¿Cansarme de dormir? ¿Era eso posible? Al parecer sí, y me asustó bastante. Había estado teniendo sueños parecidos a la realidad, hace al menos dos años me pasó lo mismo, pero al contrario de estos, no era algo diario.
Cuando el sueño finalmente me ganó, decidí ir a dormir, aunque me aterrara seguir con aquellos sueños.
Desperté por el ruido de mi celular sonando, era bastante molesto sentir la vibración de aquel aparato en la madera de mi mueble, así que lo apague.

Fuí al baño e hice todo mi aseo personal para ir a la cocina y tomar desayuno. Al parecer mi mamá no se había ido aún a trabajar y me había preparado el desayuno.

-Hola mamá.- le dije sonriendo y dándole un beso en la mejilla.

-Beth, hasta que al fin despiertas, ya iba a ir a tu habitación con un vaso de agua para dejarlo caer en tu cara.- Dijo esto último con una sonrisa pícara, sabía más que bien que lo que decía era cierto, ya lo había hecho un par de veces y no es nada agradable despertar de esa forma.

Terminé de comer lo que había preparado para mí y fuí a esperar que pasará el autobús, para mí desgracia, pasó cuando iba saliendo de mi casa, y como los conductores con los que tenía que irme no eran para nada simpáticos, era un tiro al aire tratar de hacerlos parar. Me puse mis audífonos y apreté la reproducción aleatoria, para mi gusto salió you found me de the fray y empecé "bien" mi día, ignorando el hecho de que llegaría atrasada a clases de historia nuevamente, vaya mierda que tenía que soportar aquel profesor.
Entré a la sala escuchando esos típicos murmullos de cuando llegas atrasada, darle un par de golpes a aquellos tipos aveces me sobrepasaba, de verdad, aveces no sabía cómo podía soportarlos. Me senté en mi puesto y Allie no había llegado, al parecer no vendría, no era la chica más puntual del mundo pero nunca se atrasaba tanto.
Saqué mi celular y le hablé, esperaba que el profesor no me viera, no sería bueno que, aparte de llegar atrasada, me ganara un castigo por utilizar el celular en clases, no aparentaba la edad tenía, incluso se veía más joven..y simpático. No es que me desagradara, pero realmente prefería mantenerlo lejos, y muy lejos.
Me pasé la clase garabateando en mi libreta y escribiendo cosas sin sentido hasta que tocaron el timbre, vi que Allie había respondido a mi mensaje hace aproximadamente 20 minutos, minutos en los que había estado centrada en escribir en mi libreta. Leí que se había quedado dormida y al parecer había tenido problemas en su casa, mantuvimos la conversación por al menos 10 minutos más, ya que debía volver a clases.
El día pasó así, de clase en clase, cada una más aburrida que la otra, hasta que sonó el timbre final y me fui a mi casa. Camino hacia mi hogar, decidí irme por otras calles en las que no era tan frecuente ver mucha gente. Era cansador ver tantos rostros diariamente, así que un atajo no me vendría para nada mal.
De paso vi muchos perros, me pasé haciéndoles cariño a cada que veía, aveces no me creo que haya gente a las que no le gusten aquellas criaturitas, pero bueno, cada quién con sus gustos.

Estaba tan cansada que solo quería tirarme a la cama y desaparecer, no era un cansancio físico, era más bien psicológico, no se me daba bien esto de tener que pasar rodeada de personas siempre, lo odiaba, aquellas miradas de odio, envidia, no hacía mí, sino que lo que mostraban ellas mismas, miradas de rencor, miradas sensuales, rostros tristes, lo que más odiaba era ver gente triste, pero había algo en mí que me impedía acercarme y darle apoyo, ya sea con palabras o de forma física. No sé, pero siempre pensé que se les podía hacer incómodo, y de ahí mi poco contacto profundo con las personas. También cabe recalcar la cantidad de sonrisas falsas que veo, no es que me moleste, pero, me gustaría ver a todos felices..realmente. Tampoco soy una mala persona, o al menos, no muy mala.

Me gustaba dibujar, sí, pero no lo encontraba muy bueno, a pesar de algunos de mis compañeros me halagaran con buenos comentarios, siempre me quedaba con los malos.
Cantaba pero lo hacía-como dicen algunos- por amor al arte, no era un asco cantando, pero se me daba mejor escribir canciones o historias cortas, siempre había sido así.
Tuve un cambio bastante intenso en la adolescencia, digamos que cuando pequeña no había forma de estar tranquila, o al menos, dicen eso de mí, era un parlante andante. Pero ahora, dios, ahora con suerte salgo de mi habitación, pero comencé a restarle importancia el pasar tiempo con los que me rodeaban.
Suelo pasar mi días tirada en el sillón con música o simplemente con las puertas cerradas con ningún ruido. Amo el silencio, en especial cuando leo o estudio. Llegó al punto de desesperarme cuando el ruido es demasiado- y eso podría ser cuando estudio, escuchar el sonido de los dedos golpeando la mesa- pero en serio, lo odio.
Algo que se me daba muy mal, pero demasiado, eran las ciencias, pero éstas me apasionaban. Muchos no sabían eso, porque asociaban el escribir bien a ser totalmente bueno en el área de historia, lenguaje y esas cosas. Y realmente me molestaba, porque que no sea buena en algo no significa que no me pueda gustar.

Volviendo al tema de que llegué y me lancé al sillón como un peso muerto, decidí poner música y sentarme a escribir mis pequeñas historias.
No sé cuánto tiempo pasé en eso porque cuando miré hacia la ventana ya había oscurecido, y al ver la hora, noté que mi mamá llegaría aproximadamente en 40 minutos, así que tenía tiempo de sobra para realizar mis tareas, ducharme y tener mi pieza ordenada. ¿Imposible? Hacer cosas en tiempo récord eran grandes desafíos, pero me gustaba retarme a mi misma.

Mi mamá entró y su rostro se veía bastante cansado. Le ayudé con algunas cosas que traía y le preparé la cena.
Cuando ya estuvo todo listo, me senté con ella y comenzamos a hablar sobre nuestro día.

-¿Y qué tal la cena con tu jefe?- Le dije, la verdad es que aquel vejestorio-es eso o lo insulto- me caía demasiado mal. No sé, era un sujeto detestable, y al parecer, todo el mundo lo odiaba, pero bueno, trabajos eran trabajos.

-Si, bien, es bastante antipático- Dijo esto último llevándose la comida a la boca.

-Aún sigo sin entender por qué elegiste esa empresa habiendo muchas mejores mamá-. Mi voz salió casi apenada, pero es que, de verdad que odiaba que tuviera que esforzarse el doble, y que no me dejara trabajar para ayudar con los gastos. Aunque este verano trabajaría en bastantes cosas si eso significaba hacerla descansar un poco.

with love, B.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora