La ví pasar en la parte trasera de un automóvil, detrás de la ventanilla, leí en sus labios Beth, ayuda, Beth..
Cuándo me levanté a correr detrás de aquel auto…
Desperté sudando, tenía la respiración agitada y sentía una presión en mi pecho. Me sentía desorientada. Vero, maldita sea, no podía con sus recuerdos y menos podría con sueños en donde ella apareciera.
Me sentía mal, estaba llorando y mi mamá entró por aquella puerta preocupada. Sentía mi llanto salir de forma desgarradora por mi garganta.
Me abrazó, y lloré como nunca lo había hecho. Sentía su mano acariciar mi cabello para buscar de alguna forma que me tranquilizara.
Estuvimos en aquella posición por al menos 20 minutos.Cuándo ya me había tranquilizado un poco, me preguntó que sucedía. Ella sabía que yo no me sentía mal por cualquier cosa, y para llorar, debería importarme demasiado.
-Beth, ¿Qué ha sucedido? Me tienes preocupada, nunca te había visto llorando de esa forma.- Su mirada estaba triste, al parecer la tristeza se contagia. Ja, que chiste de mierda que he hecho.
-He soñado con Vero, y al parecer la única amiga que tenía…se ha enojado conmigo por cosas que yo provoco. ¿Por qué soy así? ¿Por qué siempre hago todo mal?.- Ya en este punto no podía pronunciar bien las palabras, estaba intentando controlar las lágrimas que bajaban cada vez más rápido, como si se tratara de una carrera, y los sollozos, cada vez se me me hacía más difícil controlar mi respiración.- ¿Qué es lo que está mal en mí, mamá? Yo solo quería ser feliz y la vida me quitó a la persona en la que más confiaba, a alguien que amaba. ¿Sabes? Todos me decían que Dios haría algo porque era una buena niña. ¿Y qué pasó? Quizás por cuánto sufrió y aquella fuerza divina… ¡Que para mí dejó de existir ya hace mucho!.- No pude controlarme y comencé con un ataque de ansiedad. Mis manos comenzaron a sudar y no me podía calmar, el llanto empeoró y no podía respirar, esta vez no era solo por el llanto, sentía que en cualquier momento algo dentro de mi pecho explotaría.- Mi mejor amiga se fué, ya no creo en nada mamá, ni siquiera que existirá felicidad nuevamente en mi vida.
A veces me gustaría haber sido yo la que apareció muerta en aquel lugar. Ella tenía un futuro, un gran futuro y yo aquí, como aquella rara que no habla con nadie. ¿Por qué? ¿Por qué me pasó esto a mí?.- Dicho esto me paré un poco más calmada y fui al baño para eliminar las lágrimas que no habían parado de bajar por mi cara en ningún momento.-Mamá, necesito tiempo a solas, ya me bastó con que me vieras de esa forma.
Me vestiré y tomaremos desayuno juntas como si nada de esto hubiese sucedido, ¿Está bien?.- Ella asintió, y cuando estaba a punto de dejar mi puerta, volteó.-Te quiero, nunca lo olvides.- Se me hacía difícil escribir estas palabras, y pronunciarlas era casi imposible, pero cada vez que lo hacía era algo sincero.
-Yo también lo hago, hija. Ahora vístete y te esperaré en la mesa.- Cerró la puerta y me quedé sentada en la cama.
El silencioso cada vez se hacía más insoportable.
Así que puse música para calmarme y comenzar a vestirme.Traté de verme lo mejor que pude, lo último que esperaba era herir a mi mamá con todos mis problemas y por mi apariencia de novia abandonada en el altar.
Sí, mis ojos estaban hinchados y rojos.
Me puse unos lentes que había encontrado mientras buscaba mi polera de Pink Floyd, aquella camiseta era especial, había sido el último regalo de Verónica.
Bajé y todo el desayuno fue normal, dentro de lo que se podía.
Besé su mejilla y salí de mi casa.Esta vez iría caminando al instituto, tenía tiempo de sobra, y quería de alguna forma distraerme un poco.
Por el camino me fijé en como algunos hombres le decían algunas cosas a las mujeres que pasaban. Siempre tendría un odio hacia aquellos tipos, cada vez que los veía me daban ganas de golpearlos. Pero debía controlarme, ellos eran bastantes comparado conmigo.
Las chicas que pasaban por ahí solo agachaban su cabeza y otras solo apuraban su paso, yendo con miedo.Yo normalmente evitaba a las personas cuando caminaba por la calle, por lo que cruzaba a las veredas contrarias para estar sola. Otra de las cosas que hacía era caminar detrás de las personas, cuando era al revés, sentía una inseguridad que no me dejaba estar tranquila.
Llegando al instituto ví a lo lejos a Cara.
Recordé el beso.
No.
No me podía seguir engañando.
No debía esperanzar a Cara.
No lo merecía.
Yo no la merecía.
Debía cortar esto lo más rápido.
Cara, perdóname.Fui hacia donde estaba. Me estaba poniendo nerviosa. Al parecer ella sentía algo fuerte por mí. Tenía miedo, miedo de hacerle daño.
Odiaba ver a la gente triste.
Me fallaría a mi misma en este momento.-Cara, necesitamos hablar, ¿Tienes un momento?.- Ella puso su mirada en mí, curiosa por lo que diría a continuación, mientras que yo era un manojo de nervios.
-Creo que lo mejor será que nos alejemos. No quiero que sufras por mi culpa, y tampoco quiero que tengas falsas expectativas sobre mí. Y menos darte esperanzas de algo que no va para ningún lado.
-Sus ojos se habían llenado de lágrimas y solo me dedicó las siguientes palabras:
-Vete a la mierda Beth.
No supe que más hacer, así que me fuí hacia la sala que me tocaba.
El timbre sonaría dentro de 20 minutos. Debía hacer tiempo y despejar mi mente.
Saqué mi libreta y comencé a trazar líneas.
Así estuve hasta que la sala se llenó y ví a la profesora escribiendo en la pizarra.
El día paso lento y aburrido, como lo habían sido por un par de años.
No ví a Allie en todo el día, me alegra a de eso. Verla solo traería más confusión en todo esto.Cuando iba camino a mi casa decidí tomar el camino más largo, iba mirando hacia abajo cuando sentí que choqué con alguien.
Me estaba mirando molesto, al parecer el tampoco se había fijado en mi presencia.-¿Acaso no miras por donde caminas?.- Dijo en un tono arrogante.
-Escucha, no tengo tiempo para estupideces. Deberías fijarte también en donde caminas, y, oh, jódete.- Ya no me importaba nada lo que pasaba conmigo, así podría pasar un auto por encima mío, y yo no haría un esfuerzo por evitarlo.
Recuerdo que me tomó del brazo y luego me golpeó en la cabeza.
Todo negro.
Aquella sensación de nuevo.
Y el dolor se vuelve severo.
ESTÁS LEYENDO
with love, B.
RandomTodo lo que sé, es que al final del día no hay nadie. Verónica se ha ido para jamás volver y mi corazón es como un vacío constante. La tristeza jamás mató a alguien, pero la depresión lo hace diariamente. -Beth.