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Más tarde, mi madre y yo íbamos en el carro camino a casa. Había sido un día agotador, nunca antes me había cansado tanto.
Juntarme con Jos me afecta, ya ando exagerando las cosas.

No quería decirlo, pero estoy pensando en Alfredo. Recuerdo su rostro lleno de tristeza pero a su vez, con un toque mínimo de alegría. Siento que quiero volver a verlo pronto, lo más pronto posible.

- Hijo, ¿Te gustó estar conmigo en el trabajo?.- mi madre interrumpió mis pensamientos.

- Claro que si, me gustaría regresar pronto.- una sonrisa salió de mi rostro.- ¿Cuándo podría volver a ir contigo?.

- No pensé que te gustaría estar ahí, pero si quieres podemos ir mañana temprano.- me miró de reojo.- lo bueno es que ya estás de vacaciones.

- El lugar me encantó, es por eso que aceptó ir de nuevo contigo.- dije feliz.

El auto se estaciono frente a la casa, después de todo no está tan lejos de su trabajo. Iré acostumbrandome a recorrer el mismo camino por varios días.

Entramos a casa y pusimos todo lo necesario en la mesa para sentarnos a cenar. Todo fue callado porque a mamá no le gusta que hablemos mientras estamos en la mesa consumiendo algún alimento, ya no es raro para mí.

- Buenas noches, iré a dormir para que mañana no me cueste trabajo despertar.- me paré de la mesa y me dirigí a las escaleras.

- Descansa, espero que ahora si te levantes temprano.- escuche a mi mamá decir y después subí las escaleras.

Mi cuarto estaba hecho un desastre.
Todas las mañanas sacó la ropa del closet porque no decido que ponerme, siento que nada se me ve bien.

Metí toda la ropa a su lugar y después entre al baño para lavarme los dientes.
Saliendo me senté sobre la cama, me quedé mirando hacia un punto fijo y sin pensarlo, la imagen de Alfredo apareció en mi cabeza, pero se veía diferente. Tenía el cabello bien peinado, los ojos se veían color café, las ojeras ya no estaban más, parecía feliz y su ropa estaba perfectamente combinada.
Entonces fue ahí cuando me di cuenta que debía de ayudarlo para que saliera adelante y dejará su pasado atrás. El Alfredo que estaba en mi mente, era el real y yo tenía que estar con él si quería verlo así en la realidad, no sólo en una simple imagen.

Sin darme cuenta me había quedado dormido.

La puerta comenzó a ser golpeada fuertemente por alguien.

- Bryan, levantate.- escuche una voz del otro lado de la puerta.- Arreglate, ya mero es la hora de irnos.- fue lo último que dijo mi madre.

Soy un tonto. Ayer me quedé pensando y olvidé poner la alarma, nisiquiera me di cuenta a que hora me quedé dormido.

Luchando contra el sueño, abrí la puerta del baño y entre a la regadera para darme un buen baño.

Me puse la primera ropa que encontré. Fue una chamarra roja, una playera negra y un pantalón de mezclilla con unas botas color negro. Ya era muy tarde para estar buscando algo perfecto.

Baje por las escaleras cepillando mi cabello y subí al auto en el que ya estaba esperandome mi madre.

El mismo guardia de ayer abrió la puerta, según yo, se llama Martín, eso es lo que dice su identificación.

Caminamos por el patio hasta llegar a la habitación en donde se encontraba Alfredo.
Mi madre entró y yo después de ella. Alfredo de inmediato se levantó de la cama para saludarnos. Sentí como Alfredo me jalo para darme un abrazo, mi cuerpo comenzó a temblar y no podía hacer nada, si me quitaba iba a ser muy grosero de mi parte, lo único que me quedó por hacer fue abrazarlo también.
Una extraña sensación se sentía al momento de tenerlo entre mis brazos.
¿Qué está pasando contigo Bryan?, tú sólo vienes a ayudarlo, no puede ser nisiquiera tu amigo. Mi mente está jugando conmigo, seguro es eso.

Nos separamos y él saludo a mi madre, pero sólo tomó su mano, no la saludo con un abrazo igual que a mí.

save me; breddy meyvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora