II

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El pelinegro se encontraba sentado en el sillón del extenso living-comedor de su hogar, miraba la TV, para ser más específicos; las noticias. Si bien tenía sus ojos posados en el aparato, sus pensamientos estaban lo más alejados posible de lo que en el programa se hablaba.

Pasaron casi cuatro meses desde su primera confesión, desde entonces iba cada semana a contar sus pecados, eso de contar todo lo malo que había hecho, ser perdonado y exonerado con un pequeño castigo se había vuelto gratificante. Además, siempre era el mismo joven padre el que estaba ahí para escucharlo, y cada tanto, hacía un comentario o le daba un consejo indebidamente, externo a su rol religioso. Porque, ¿a quién le importa si realmente existe un Dios mientras puedas ser perdonado por una comunidad entera de personas? Frank era un hipócrita de pies a cabeza que tan solo quería sentirse bien.

El sonido de su celular lo sacó de sus pensamientos, había recibido un mensaje. Miró, medio adormecido, la pantalla del maldito aparato que planeaba sacarlo de su zona de confort. 

  Lo desbloqueó, viendo al instante el texto mientras maldecía en voz baja. Contestó, dejando sobre la baja mesita, subiendo a su habitación a cambiarse.

 Contestó, dejando sobre la baja mesita, subiendo a su habitación a cambiarse

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La puerta se abrió con cuidado, dejando entrar al alto y fornido hombre. Miró rápidamente el reloj de la pared, las 03:12 AM, al menos mañana no iría a la Iglesia, si así fuera iría más dormido que despierto.

Subió rápidamente y entró al baño dispuesto a darse una ágil ducha, al menos para limpiar la sangre que tenía en sus manos y rostro. El hecho de trabajar como un mercenario/justiciero era desagradable para él en algunos sentidos, cuidarse de los policía, volver tarde a casa y que fuese un trabajo sin horarios fijos eran algunas de las razones que menos le alentaban, y obviamente esto último no se arriesgaría a contarlo.

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━Hola, buenos días, Foggy. ¿Qué tal todo? ━entró a la cafetería un Matt de muy buen humor, saludando al muchacho detrás de la barra.

━¡Hey, Matt! Hacía días que no te veía, por aquí todo bien. ¿Cómo estás tú?━saludó de vuelta el chico a su amigo, para luego dar una breve pausa y percatarse de algo. ━ Tienes un moretón en el rostro, ¿Qué te pasó?

━ Bien, gracias a Dios, todo ha estado muy tranquilo. Ah, ¿esto? Solo me choqué con una puerta en casa, ya sabes como es, no la ví venir.━rió falsamente. La noche anterior le había dado una paliza a unos cuantos delincuentes, la vida como Daredevil no era tan fácil.

━ Que pena, pero me alegra verte tan feliz, ¿lo de siempre?

━ Sí, gracias.━concluyó la breve conversación, pagando y sentándose en una de las mesas más cercanas al gran ventanal. Le encantaba ese lugar, además de por su mejor amigo, porque casi siempre estaba vacío a esas horas.

Pasados unos minutos trajeron su pedido se dedicó a comer la galleta integral y a beber de su café. Notó que estaba por hacérsele tarde por lo que se despidió y comenzó a caminar por la acera con su café casi por la mitad. 

Iba caminando de forma rápida, cuando alguien que al parecer también iba apresurado lo chocó, tirando su café y el del otro hombre  sobre el uniforme/vestimenta de ambos.

— ¡Oh, cuanto lo siento, perdóneme, padre! —se apresuró a decir el más alto.

Esa voz... Se percató al instante de quien era el que se topó con él. Además, ese olor a pólvora y metal, mezclados con una fragancia varonil no era muy común. Si bien creía en Dios, él se había vuelto sacerdote principalmente por la influencia de su familia, pero mentiría si dijera que la grave y masculina voz de Frank no le parecía sumamente atractiva.

━ Está bien, no se preocupe, estoy bien. ━rió, acercándose al bote de basura, tirando el vaso de plástico vacío.

━ ¿Hay algo que pueda hacer por usted? ¿En que puedo ayudarlo? ━preguntó el mercenario, avergonzado por la situación.

 ━ No, gracias. Solo volveré a mi apartamento a cambiarme y ya, tan solo eso.━sonrió, volteando la cabeza hacia la dirección en que estaba el mayor.  

 ━ Por favor, permítame llevarlo, es lo menos que puedo hacer. ━pidió al castaño.

━ Bien, puedes llevarme. ━largó una pequeña risilla, para acompañar al pelinegro hasta su auto y dejarse llevar hasta su residencia.

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  ━ Adelante, pasa, disculpa si está algo desordenado, no podría distinguirlo.━bromeó entrando tras el pelinegro, dirigiéndose a la cocina. Debido a las insistencias del menor, de que pasase a tomar un café, se vio moralmente obligado a hacerlo. Además, era un sacerdote, -por lo que aparentaba- no era una mala persona.

Programó la máquina para que hiciese dos cafés y envió un mensaje avisando que ese día cubriría el turno de la tarde, qué más daba. 

━ Discúlpame un segundo, enseguida vuelvo.━pronunció yendo con velocidad hacia su habitación, cambiándose de quitando el alzacuellos y el clériman para colocar unos completamente limpios en su lugar. Bajó, ya listo, con un sweater negro, bastante grande como para sí mismo.

━ Toma, lo necesitarás, a menos que decidas pasar todo tu día mojado en café.

━ Gracias, pero, no sé si volveré a verte para devolvértelo.

━ No te preocupes por eso, quédatelo, insisto.

Pasaron casi una hora y media charlando, sabían lo básico y alguna que otra cosa privada sobre sus vidas. Por más que hayan querido seguir con la amena conversación debían ir a concluir sus obligaciones diarias por lo que intercambiaron números y Frank se retiró a sus asuntos.

  

Father, forgive me »»(Fratt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora