Parte I

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Una Gran Amistad

   El grito de una mujer proveniente del piso inferior de una alargada y redondeada casa, se logró escuchar en la habitación del pequeño Max.
-!Maaax¡ !Ven, Baja, Alguien quiere verte¡-
-!Ya voy maa!- Dijo el pequeño niño que jugaba tranquilamente con sus autitos y muñecos.
   Tan solo pasaron unos segundos que se podía ver bajar un niño por las escaleras, pero algo era peculiar en él, algo llamativo para los invitados de la casa.    
   Según estudios de científicos profesionales, se confirmó que todos los habitantes de Phoenix nacían con un pelaje en su cabeza oscuro, ya sea negro o incluso marrón. Pero este niño tenía un color de pelo muy raro, un color rojizo, que pintaba cada pelo de su cabeza de punta a punta. Su cara estaba cubierta de pecas, y vestía ropa oscura y suelta con unas ojotas que dejaban sus dedos al aire libre.
   Al llegar a la planta baja de su casa, Max se asoma desde una columna y logra observar una reunión en su sala de estar. La familia Handerson estaba reunida con otras 2 familias, los Bradson y los Hoffman. La familia de Max, estaba formada por solo 3 integrantes, él, su madre y su padre. Los Bradson y los Hoffman, al igual que los Handerson, también estaban integrados por 3 personas. En la familia Bradson había un pequeño regordete muy tímido llamado Nathan. Por otro lado, en la familia Hoffman, había una niña que igualaba en edad a Max y a Nathan, con 7 años. Ella se llamaba Luna, una niña que se podría decir que era de clase alta, con ropa ajustada, y de buena calidad.
Las 3 familias, reunidas en la sala de estar de los Handerson, pues resulta que se juntaron con el fin de conocerse, ya que donde vivían tenía un estilo de barrio privado pero mucho más amplio y sin necesidad de calles, ya que podían transportarse sin necesidad de vehículos gracias a su atmósfera alterada. Este barrio se había fundado hace muy poco tiempo, y las 3 familias habían logrado guardar un lugar desde mucho tiempo antes de su apertura.
-Bue-enas- fué la primer palabra de Max al entrar a su sala de estar, con una mano en su cuello dando indicios de timidez.
-Ven Max, toma asiento- le dice su madre dando golpecitos en el sillón junto a ella.
-Te presento a la Familia Bradson y a la Familia Hoffman, ellos serán nuestros nuevos vecinos-
-Ho-ola- diría nuevamente con tono tímido.
-Hola- Respondieron como un saludo grupal.
  
   Así pasaron minutos y más minutos charlando y contandose anécdotas entre si, hasta que en un momento se dieron cuenta que se había hecho de noche, y aunque nosotros veamos que su planeta puede tardar semanas en dar una vuelta sobre su propio eje, ellos viven el tiempo con una velocidad mucho mas rápida que la nuestra, esto era posible porque al lograr liberar casi el 80 porciento del potencial de su inteligencia, provoca que vean el futuro segundo tras segundo, logrando que el tiempo pase muchísimo más rápido.
-Ya es muy tarde, ¿Quieren quedarse a comer?- ofreció la madre de Max.
-¿Segura? ¿No es molestia?- respondería la madre de Nathan.
-Por supuesto que no, al contrario, me alegraría que se queden, tenemos espacio de sobra para todos-
-Está bien, pero dejarás que te ayudemos con la comida-
-Ok, ok-
   Las 3 madres se dirigieron hacia la cocina de la casa para pensar que era lo que iban a comer. Mientras tanto los tres niños, Max, Nathan y Luna subieron las escaleras hasta llegar a la habitación.
   Los padres habitantes de Phoenix, al tener a su primer hijo o hija, debían trabajar para Epsilon, una empresa multimillonaria encargada del descubrimiento y exploración de Mega IV y otras galaxias cercanas, era por esto que la mayoría de las familias no incluían hombres adultos y sus hijos no conocían a sus padres hasta el momento en que crezca y tenga a su progenitor, pero por mientras, las madres debían preocuparse de su hijo y criarlo hasta el momento en que esté "listo". Las familias no podían tener mas de dos hijos, ya que este era un método de prevenir la sobre población en el planeta Phoenix.

-Emm, ¿Que quieren hacer?- preguntaría Max a los dos niños.
-No lo se, ¿Que tienes para jugar?- responde Luna con un tono pintorezco.
-¿Que-e dicen si ju-ugamos a el Frods?- dijo Nathan con algo de verguenza.
  
   El juego el Frods era un tipo de juego de cartas, pero estas eran cuadradas y tenían pantallas LED en su centro. Al momento de comenzar la partida, de estos cuadrados salían hologramas 3D dependiendo el objeto, personaje, soldado, elemento que utilize cada jugador. El objetivo del juego era conquistar el máximo terreno posible en un cierto tiempo. Era posible jugar de dos hasta 6 personas, aunque más jugadores había más era el tiempo que se tardaría. El tablero era inmenso, y al igual que el tiempo, se agrandaba dependiendo la cantidad de personas que jugaban. Había 6 equipos disponibles en el juego, Ghost, Beta, Recon, Alpha, Cívil y Omega. Era común que en cada partida se pelearan por elegir el equipo Omega.

   Al término de una larga partida de Frods se escucha desde la planta baja de la casa.
-Chiiicos, bajen a comer-
-Ya vaamos- le respondería Max.
   Al bajar las escaleras observaron una mesa repleta de alimentos, distintos tipos de aderezos, bebidas, y otras cosas más que serían muy difícil de entender para nosotros, los humanos.
   La charla durante la comida no solía ser una opción factible, ya que era tomado como un acto de mal gusto. Fue por esto que la cena no duro mas de 20 minutos, habiendo tanta comida.
   Al terminar de comer, los niños comenzaron a aburrirse ya que sus madres comenzaron a hablar sobre temas acerca de sus pasados, así que Max invitó a Luna y a Nathan al exterior de la casa.
-Vengan, veamos que podemos hacer fuera- diría Max con un tono aventurero.
Nathan y Luna siguieron a Max hasta llegar afuera. Corrieron sin parar hasta llegar a un campo que había detrás de la casa.
-¿Qué opinan de este lugar?-
-Es hermoso- diría Luna apreciando el hermoso cielo que se podría apreciar desde allí, repleto de estrellas de distintos colores y tonalidades.
-!Hey, ¿Ven eso?¡- exclama Max casi gritando.
-Si, ¿Qué diablos es eso?- respondería Luna sorprendida por una luz proveniente del cielo que se acercaba cada vez más y más hacia ellos.
-¿Será una roca espacial?- creía Nathan.
   Al cabo de unos minutos la luz estaba a solo varios metros de ellos. Esperaron a que cayera para poder averiguar qué era ya que no solían caer asteroides en Phoenix.
-Ya ha caído, vayamos a fijarnos qué és- diría Max apresurado.

   Luego de correr bastantes metros hasta llegar a la luz que se acababa de estrellar sobre la tierra rojiza del planeta Phoenix. Max, Luna y Nathan habrían descubierto algo que cambiaría sus vidas, y por lo tanto, una de sus primeras aventuras juntos y de las más grandes que lograron transcurrir.

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