Capítulo III

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Placer culpable

Incomodidad

Era la única forma de describir aquella sensación que la apesadumbraba en aquél momento mientras se erguía, sentándose en la cama, el reloj sobre el escritorio brillaba con los escasos rayos del sol que se filtraban por las cortinas sin cerrar. Desordenó su cabellera con pesadumbre y su piel se erizó al percibir la baja temperatura que el cuarto poseía, por lo que quiso volver a cubrirse, más al advertir la hora se incorporó con parsimonia, encaminándose hacia la habitación contigua, su cuerpo estaba solamente cubierto con un par de prendas, pero no lograba recordar el por qué, teniendo en cuenta la resaca que cargaba encima.

Exhaló, observando su reflejo en aquél espejo de cuadro, su cabello estaba hecho un lío, tenía los ojos ligeramente rojos, su cuerpo tenía dos marcas moradas que no recordaba cómo habían llegado ahí y sus labios estaban rojos, cómo si... Llevó una de sus manos y tocó con sus dedos esa pequeña zona, cayendo en cuenta del uniforme círculo lila que adornaba su mano izquierda. Los colores se le fueron del rostro, recordando la escena que habían montado junto con su superior hace menos de 4 horas atrás.

-Mald-...

Un fuerte sonido provino de la puerta de entrada, sacándola de sus cavilaciones, un invitado no deseado, por lo que rápidamente y dentro de lo que podía, cerró de un portazo la puerta del baño, apoyándose de espaldas a esta, con su corazón galopeando desbocado contra su pecho

-¡Petra! ¡Hora de desayunar!

La líder de escuadrón Hanji, la última persona que deseaba ver en esos momentos se personificaba en su cuarto y a primera hora de la mañana, tenía que ser su día de suerte.

-Luego iré, Hanji... -Alzó la voz lo suficiente como para que la líder de escuadrón le escuchara y de paso, se marchara.-

- ¡Pero te perderás los bizcochos que la novia de Erd nos trajo!

- A penas acabe de asearme, iré. Si puedes, guarda alguno para mí, por favor.

Reparó en las quejas de la castaña sobre lo tarde que era, más no las respondió, requería de una ducha, la resaca le estaba pasando factura y los gritos de la chica en el cuarto contiguo no aminoraban su tortura, una ducha fría, eso necesitaba.

- Le diré a Erd que lo haga, aunque el enano del demonio se los acabará a este paso... ¡Amaneció de un humor de perros y se desquita con la comida!

Petra suspiró, un sentimiento de congoja la invadió, y llevó una de sus manos hacia su pecho, cerrando sus ojos, no era necesario recordar el cómo había perdido su dignidad pocas horas atrás. Los gritos dejaron de oírse, por lo que la chica supo que su invitado no deseado había dejado ya la habitación.

- Fue mi culpa...

"Sólo fue una noche y fue por su cumpleaños, un desliz, sabes que no puedes olvidarte de tu sueño... Y eso es algo que el capitán no te podrá otorgar, ni ayudar" se recordó a sí misma, no debía dejarle ganar la batalla al corazón, no necesitaba sentimentalismos de por medio, necesitaba su cabeza bien fría para enfrentar lo que se le venía encima.

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- Buenos días, Pet

Sonrió al ver a su rubio compañero de escuadrón, y a su novia a su lado, aunque la alegría no le llegó a los ojos.

-Te noto decaída

Había sido descubierta y con qué facilidad... Maldijo en su fuero interno, tenía que practicar el no ser tan trasparente con sus emociones.

Say you won't let go [Rivetra]Where stories live. Discover now