Capítulo 31

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Narra Adam

No sé cómo llegué a su departamento a decir verdad, porque estoy bastante ebrio y no sé cómo no tuve un accidente.

No debí conducir, pero estoy desesperado. Creo que tomar alcohol no fue una buena decisión. Oliver no ayudó mucho de igual forma, lo llamé para que me escuche y me apoye si, pero miren donde terminé.

Es un buen amigo, no sé porque le hecho la culpa si total hice caso omiso a lo que me dijo.

Toqué timbre y esperé intentado no caer. Nota mental: no tomar cerveza, nunca más.

Caroline abre la puerta y la veo con los labios rojos y la respiración agitada entonces miro hacia adentro viendo a Meryl, fue en ese momento en donde comprendí todo.

Me decepciona que no haya esperado nada para poder estar con ella.

-Genial, no hace tres horas que me cortaste que ya estás con ella- le digo cómo puedo arrastrando las palabras.

-Adam. ¿Que haces aquí?- me pregunta ignorando lo que dije. Soy un hombre tranquilo y paciente, pero con un poco de alcohol en mi sistema soy otra persona.

-¿Que hago aquí? ¡Vine a hablar contigo sobre lo nuestro!- le grito sin darme cuenta, ella se asusta y entonces reacciono- perdóname, no quise gritarte.

-Pero lo hiciste. No hay nada que hablar, estás ebrio. Vete de aquí- responde dura con sus palabras. El susto le duró solo segundos porque se paró firme y me enfrentó.

-Perdóname, hablemos ¿Si?- le suplico otra vez y es cierto que mi dignidad no existe.

-No. Vete- repite y resignado la miro a los ojos esperando una mínima señal de lo que sea pero nada. Entonces no me queda otra que marcharme.

Escucho que cierra la puerta y me pongo a llorar. Y no digan que los hombres no lloran porque si lo hacen, y más por amor.

Me subo al auto y decido llamar a Oliver, no pienso manejar en este estado nuevamente.

-Oli, ven por mí por favor- le pido enseguida que responde la llamada.

-Mándame la ubicación que ahí voy- me dice y corto, hago lo que me pide y no me queda otra que esperar.

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Narra Caroline

No sabía qué hacer, quería que la tierra me tragué, moría de vergüenza. Esperaba al repartidor no a Adam, además la situación fue un poco obvia. Los labios rojos seguro me delataban.

Noté que estaba ebrio muy bien abrí la puerta porque se sintió el olor del alcohol de acá hasta Argentina.

No entendía muy que hacía acá, pensé que todo estaba más que claro entre nosotros pero al parecer no.

Cuando me gritó me asusté pero enseguida me recompuse y lo enfrente. No es nadie para hablarme de esa forma, si quiere hablar lo hacemos pero no en estas condiciones. Además Meryl estaba a metros siendo testigo de toda la situación.

Tuve que pedirle que se vaya porque no sabía lo que podía pasar, si seguía gritando iba a tener que llamar a la policía y arruinaría el triple mi cena.

Adam se fue, cerré la puerta y  minutos después llegó el bendito repartidor, una vez que le pagué entré con la comida en brazos, la miré y dije sonriendo:

-¿Cenamos?- intentando olvidar todo lo ocurrido. Haciendo como que si nada pasó.

-Si. Pero, ¿Estás bien?- me pregunta preocupada.

-Si, perdón por eso. No lo esperaba.

-Se ve que no le quedó claro.

-Al parecer no. Pero olvidemos todo si, ahora somos devuelta solo tú y yo- le digo y sonó tan cursi que quise golpearme.

Pero ya está todo, ahora espero disfrutar de una vez por todas la cena, y sin interrupciones si es posible.

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Un amor único / Meryl StreepDonde viven las historias. Descúbrelo ahora