Capítulo 3

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Aquel desahogo había terminado hacía ya tiempo, las llamas de la fogata ahora solo eran brazas que emitían un cálido calor, él cuál había sido trasladado a la habitación central con mucho cuidado una vez que el fuego se había disipado. Ahora exhausta y arropada Galaco dormía plácidamente sobre uno de los sucios colchones, a salvo, bajo la atenta mirada de Rihana, la cual oscilaba entre la joven y la despejada ventana. No había ningún ruido, solo el silencio de la nada acompañada con las respiraciones de ambas personas. Galaco se removió en su lugar, ahora la castaña se encontraba en posición fetal con una pequeña mueca en su cara, un ruido proveniente de su estómago era la causa. No había alimento cerca, y quizás desde cuando la joven no comía, y ante la necesidad Rihana se veía obligada a buscar soluciones, observo detenidamente a la castaña que parecía no querer despertar de su placido sueño, casi inmediatamente se levantó del colchón en el cual la castaña la había obligado a sentarse y sin emitir ningún ruido salió de la habitación, la cual ahora se encontraba con la puerta sobrepuesta en búsqueda de que el calor no saliera, volviéndola a poner en su lugar la rubia dejó a Galaco en la cálida habitación.

Nueva Misión: "Encuentra Alimento"

Se movía rápidamente por las calles, entre las casas y las tiendas, con agilidad y destreza surcaba todos los obstáculos que se le cruzaban, pero siempre estando al pendiente de la castaña, manteniéndola en su conciencia, vigilándola.

Conclusión: No importa cuantas veces se busque el resultado siempre va a ser cero — El pueblo estaba vacío, no había alimentos.

En su búsqueda Rihana había encontrado cosas ocultas y casi imperceptibles al ojo humano, en la gasolinera debajo de un barril se encontraba una pequeña escotilla, dentro de ella se encontraba una cama sucia con sustancias desconocidas, con cadenas en el cabezal, en el suelo objetos de distintas formas y tamaños se encontraban esparcidos, lo único en común eran su forma cilíndrica y amorfa. Un total misterio para la rubia, nada de utilidad.

Ya iba de regreso solo le faltaba una casa que inspeccionar por completo, y por suerte era la del lado oeste de donde estaba la castaña. Mismo escenario que las demás, objetos extraños por todo el suelo, vidrios rotos, muebles caídos, etc. todo era igual salvo por una cosa, esta casa poseía un garaje estilo americano, y dentro de él una compuerta amplia residía en el suelo, el resto no era interesante. Sin mucho esfuerzo abrió las grandes compuertas, las cuales abrieron paso a unas escaleras que se perdían en el abismo de la oscuridad, a simple vista la motocicleta caía perfectamente cuesta abajo, con suma tranquilidad Rihana bajo las escaleras, la temperatura cada vez bajaba más y el olor a moho aumentaba, era profundo de eso no había duda. Al final de las escaleras una amplia habitación se hacía presente, el piso estaba húmedo, de las paredes escurría agua de dudosa procedencia, los muebles estaban destartalados en el suelo, cubrió si nariz con su antebrazo, el olor era insoportable, una mezcla de humedad, moho y encierro provocaban una sensación parecida al dolor de cabeza en Rihana y por primera vez en mucho tiempo su cara mostró una mueca de desagrado, arrugando la nariz y entrecerrando los ojos por un instante. La información que había recolectado le serviría en otra ocasión, pero por el momento su misión seguía inconclusa. Como nunca abandonó rápidamente el gran sótano, cerrando tras de sí las compuertas.

Entro al improvisado refugio con las manos vacías, en su moto no encontraría nada, cerca del sentimiento del desanimo una solución apareció en su mente. En la cocina. Con cautela fue a echar un rápido vistazo a la castaña, la cual dormía a rienda suelta, moretones, rasguños y lesiones se podían apreciar ante la desarreglada ropa. Debía actuar rápido, se devolvió, rumbo a la cocina, más allá, en el pequeño cuarto se encontraba el cuerpo inerte de lo que hace un tiempo era una amenaza, pensó y actuó, despejo la superficie de los muebles en la cocina, por consiguiente, fue al cuarto, tomó el cuerpo de la peligris y lo coloco sobre los muebles, el resto era fácil, sacó la daga robada y como carnicera comenzó a cortar cada parte del cuerpo en pequeñas tiras, la sangre escurría, y la carne era cortada hasta el hueso. Así estuvo un buen tiempo hasta que ya no hubo que rebanar, la cabeza de la chica yacía en el pequeño cuarto, Rihana nuevamente se encontraba húmeda en sangre, y la carne reposaba sobre otra superficie, aun goteaba.

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