Su vida estaba a salvo, respiraba manualmente, le ordenaba a su cuerpo respirar, los nervios se la comían viva, pero por el momento estaba a salvo, fijó su mirada, todas las miradas puestas en ella, en su vestimenta, en lo que ahora ella se había convertido.
—Mucho gusto señorita — Se escuchó desde las alturas frente a ella, las luces que hasta el momento se mantuvieron en penumbra iluminaron el lugar en su totalidad. El gran salón parecía un teatro, con la diferencia de que no contaban con un escenario, solo con el extenso salón redondo, que era demarcado por cercas de madera caoba de las cuales más allá, gente sentada con vestidos iguales al de ella, pero con retazos de distintos colores, iguales a las luces que había visto en el suelo, los hombres con trajes de la misma temática. Arriba las imponentes galerías se destacaban, de las cuales las más destacables eran cinco que se encontraban justo frente a ella. Al centro un hombre de largos cabellos morados, a su lado derecho se encontraban Leol y Mayu, al costado opuesto un hombre de cabellos azules se encontraba con un pie en la barandilla y su mano extendiéndosela, a su lado una chica de cabellos violetas la observaba. Los tres hombres llevaban puesta la misma vestimenta, la misma que traía el rubio cuando lo conoció, tan solo pensar en él le erizo la piel.
— Mucho gusto — Respondió Rihana a la figura que le llamaba más la atención
—Me alegro que nuestra Dealer no te haya comido la lengua, la mayoría de las personas que están en tú lugar se desmayan al saber que están a salvo — El de cabellos azules puso una de sus manos en el mentón, simulando que pensaba, después de eso se lanzó galería abajo cayendo como una hoja, causando la impresión de pocos, pero para Rihana las cosas más inusuales no le causaban mucha impresión, recodaba haber hecho algo similar, pero no sabía exactamente cuándo.
El hombre se acercó con gracia, con una sonrisa en su rostro, un aura de bondad lo rodeaba, más sin embargo ella sabía que era un demonio, un humano no soportaría una caída así sin romperse una pierna. Ya teniendo el hombre en frente, este se encorvó un poco para tomar su mano izquierda, pero recordando lo que había hecho Leol, Rihana aparto su mano rápidamente, una carcajada que prontamente fue callada se escuchó desde la galería. Leol se había reído y alguien lo había callado inmediatamente.
—Tranquila no te haré daño — Le conversó el hombre — como anunció Miku, soy Kaito y ahora prácticamente me perteneces para pagar tú deuda —aclaro, mientras volvía a intentar tomar la mano izquierda de la más pequeña.
—Rihana — Ya se estaba cansando de las presentaciones, pero al menos él se veía un poco más confiable, dejo que tomara su mano.
—Con esto nuestro contrato está pactado — Anunció Kaito mientras besaba la mano sobre el nudillo del dedo medio. Un ligero dolor se apoderó de la zona besada, soportable para la rubia, cuando los labios del mayor se retiraron un cristal igual al de Teto, pero de color azul, adornaba su mano.
—Con esto termina todo, ahora retírense a sus habitaciones los que ya terminaron sus tareas, el toque de queda comenzará pronto — Ordenó el demonio de la galería central. — Kaito es mejor que tú también vengas, ya mañana podrás divertirte.
— Gackupo de verdad arruinas el momento, pero solo por ser tú cumpliré tus ordenes — Respondía Kaito juguetón, mientras tanto la gente como los otros demonios abandonaban el salón — nos vemos mañana Rihana en la cocina a las ocho en punto. — la citó para luego avanzar unos pasos y saltar a la galería dónde se encontraba Gackupo. Ambos demonios parecían llevarse bien, más allá la conversación se hizo inaudible para ella, se quedó unos segundos observándolos, hasta que Kaito volvió a mirarla y con un gesto de mano se despidió de ella mientras desaparecía junto al otro demonio en la oscuridad.
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Entrance
FanficEl mundo renacerá de las cenizas, porque nosotros forjaremos nuestro hogar sobre la muerte de otros. En un mundo donde el apocalipsis recién comienza una joven tendrá que aventurarse para salvar a los que quiere, amar a los que odia y juzgar a los...