Lo que todos ven no siempre es real.

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El pasillo poco alumbrado fuera de dónde el Dr. Kiddler estaba, causaba en las paredes sombras intimidantes, Lilly solo respiraba con prisa, no le daba oportunidad a su nariz de apreciar la ligereza del aire y mirar al resto de pasillos que cruzaban con una iluminación distinta, pensó que se asemejaban a experiencias pasadas y el pasillo menos brillante era el suyo, algo lúgubre; olvidando su propósito cayó en tristeza al recordar la ausencia de sus padres.

Quería que todo fuese una pesadilla, que no necesitase ayuda psicológica, y que sus padres estuvieran con él, como las cosas debían ser, se acobardó a enfrentar por quién sabe cuánta vez ésos malos tragos provocándose sacudidas inconscientes y parpadear pesado cada vez que lo hiciese, pero mirando la blanca puerta y dándose un par de ligeros golpes a sus mejillas se decidió.

Giró la perilla despacio mientras se escuchaba un ruido de pasos largos pero perfectamente consecutivos como si algo corriese brincando, Lindley estaba asustado pero algo curioso y cuando se hacía más cercana aquella presencia, con brusquedad volteó a dónde provenía el sonido y pudo divisar una silueta femenina, cabello corte en "Bob" que bailaba al ritmo de sus saltos y sus dos pequeñas manos sujetando un tubo largo, 'es una chica' pensó.
Él no era ningún cobarde así que corrió directo tras ella quien ya llevaba ventaja de distancia, se detuvo a observar cómo desaparecía entre pasillos.
Dando un recuento sobre donde estaba fluyeron preguntas en su mente "¿A dónde iría esa chica? ¿Qué sujetaba? ¿Por qué hay una chica merodeando un sanatorio?" Pensó en que era tétrico y le daba un escalofrío a la vez, al cuál no le pudo dar explicación, o sí, de que siempre ha sido muy cobarde, y, ¿Por eso estaba ahí no? Para dejar de serlo.
Eso hizo volverlo en sí a la actual circunstancia y recuperar el objetivo en ese momento, con una media vuelta se volvió y entró por la puerta.

-Bu-buenos días doctor Kiddler, ¿está aquí?-

Asomándose buscó con la mirada a su psiquiatra, solo vio una oficina con pinta de consultorio particular, cerrando la puerta con su espalda decidió esperar el doctor apareciera, curioseando un poco y atento a los cuadros de la pared todos de certificados de reconocimiento y títulos que el doctor se había ganado con todo su empeño y duro trabajo pero notó uno en particular con un marco sobresaliente, de un acabado algo rústico, una hermosa mujer que rondaba los cuarentas sonreía volteada de espalda, como si la foto no fuera esperada por ella, 'Es muy linda' soltó Lilly sosteniendo la mirada en el cuadro por un minuto, pudo percatarse que era la única foto colgada. Recorriendo con la vista a cada rincón percibió que era un sitio un tanto acogedor.

-¡Era preciosa! En todos los sentidos.- Dijo entonces el doctor Kiddler quien se encontraba en una pequeña habitación continua, cargado de papeles llegó al escritorio. -Mi esposa, la joya más preciada que poseí-

-Muy linda- Repitió Lindley. -Me e-encantaría cono-conocerla-

-...pero que ahora ya no tengo.- Dijo mientras se acercaba a mirar la foto con ojos débiles al llanto.

-Lo si-siento mu-mucho.- Dijo Lindley para luego mirar el suelo mientras se tomaba las manos con inquietud y desesperación.

-Yo también, pero supongo que es mi culpa, por serle infiel, amé más mi trabajo y eso la enfermó gravemente.- Ésta vez su voz se percibía débil, con un tono más bajo.

-Le pe-pediré a mis mis padres y a mi her-hermana que cuiden de ella...- Dijo Lilly en un intento de hacer sentir mejor a Kiddler.

-¡Eso sería estupendo!- Dijo y después de esbozó una sonrisa.

Después de un minuto de silencio el Dr. Kiddler se dispuso a separar toda la papelería que había colocado en el escritorio, se detuvo un momento a retirarse los lentes y volver a su tarea. -El Dr. me mencionó por teléfono hace unos días que platicaba contigo sobre cosas que ves, pero nadie más ve, ¿podrías platicarme de ello?-

-Y-yo, ya no las ve-veo tan seguido...-
Mason se volteó hacia Lilly, se arrodilló cerca del pequeño pero no tanto para que él no se sintiera invadido o amenazado.

-Puedes decírmelo, quiero ayudarte Lindley.

-Ahg...solo a veces, lo-lo digo en serio.- Presionó fuertemente las manos contra sus oídos.

Mason recordó de golpe lo mucho que afecta al pequeño escuchar su nombre- ¿Duermes bien, Lilly?- Dijo tratando de recuperar el control de la situación y tomando la iniciativa de no tocar el tema al respecto.

Respirando hondo y suplicándose a sí mismo dejar de tartamudear, trató mirarlo a los ojos, sin conseguirlo, miraba el cabello o la frente de Mason - Yo...tengo muchas pesadillas, logro dormirme pero, al despertar tengo mucho miedo y siento que me está buscando, sueño...con su rostro, todos los días, no hay día que no sueñe con su rostro, él va a venir por mí...- Hizo una pausa - Lo sé bien...- Intercambiando mirada al suelo y a lo que pudiera mirar del rostro del doctor.

- ¿Tú lo sabes? Y ¿cómo lo sabes?-

- Yo lo sé...- Ésta vez fijó la vista al suelo. -Porque me lo prometió, antes de desaparecer. - Los ojos de Lindley parecían perdidos, buscando algo que jamás encontrarían, comenzaba a temblar y a llorar, de inmediato adoptó una posición de protección, tomando sus rodillas y utilizando el método de respiración 4-7-8 que su anterior psiquiatra le enseñó a emplear en casos de crisis.

 -¿Quién Lilly?- De pronto azotaron recuerdos desagradables en la mente de Lindley, pudo de nuevo sentir sus manos sobre su cuerpo, los rastros de saliva y de marcas que le dejaba, volvió a experimentar sabores repulsivos, y los dolores de nuevo fueron su suplicio. Con furia atrapada en su pecho y el miedo entre los poros de cada rincón de su piel, lo miró.

-El monstruo- Los cristalizados ojos del infante dejaban ver su aflicción, Mason lo sentía, pudo percibir su dolor y su miedo, su deseo de escapar pero no podía  solo enternecerse por él, tenía que ser asertivo e insistente para lograr un resultado.

- El monstruo, sí, algo mencionó Payton... ¿quieres sentarte? Ven.- Le ofreció su mano y lo ayudó a llegar a un gran sofá diván. - ¿Quieres contarme sobre eso? Sé de quién hablamos pero, quiero que tú me lo digas.- El método del psiquiatra lo tenía acorralado, pero no quería hablar de eso, no en ese momento, le aterraba pensar que el doctor supiera lo "sucio" que estaba.

- Sí te sientes más cómodo, voltearé el sillón, estaré a tus espaldas, quizá eso te de más confianza, de hablar, ¿crees que será así?- Dijo Mason mientras con dificultad daba vuelta al diván azul velvet.

-Supongo.- Respondió cuando estuvo por completo mirando la pared. -Escucho voces que me llaman, pero no es nadie- dijo de inmediato eludiendo la pregunta directa, prefirió responder a lo que se había negado al principio de la evaluación del doctor.

-Veo sombras que me acosan y siento constantemente que me observan.- Inhaló hondo, sorbiendo los desperdicios que previamente estaba soltando su nariz.

-¿Cómo sabes que te llaman?.- Mason se aseguró desde su computador que las cámaras de la oficina estuvieran funcionando y en su sitio, parecía no molestarle que Lindley estuviera evitando las preguntas directas acerca de su abusador.

-Porque dicen mi nombre.

-¿Te dicen algo más?

-No, solo mi nombre y susurros que no entiendo.

-Ya veo, ¿cuánto tiempo tienes con terrores nocturnos?- Ésta vez se preparo a tomar nota.

-Desde la primera vez que me hizo daño, un Viernes 20 de Abril, 1964...dormía aún menos tiempo, y eran aún más intensos, pero nada era peor que sus visitas...- Comenzaba a rascarse los brazos con fuerza.

-¿Tus padres sabían lo que estabas pasando?- Preguntó Mason.

-El monstruo ocultaba muy bien su verdadera naturaleza, para mis padres era un hombre, pero eso no era real, lo real fue lo que yo vi.- Su voz comenzaba a sonar entrecortada. 

-¿Qué viste Lilly?- 

*Creo que vi al Diablo.*

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⏰ Last updated: Aug 03, 2023 ⏰

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Jean-Martin Charcot Hospital PsiquiátricoWhere stories live. Discover now