Capítulo 04

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Mia.

Subo y bajo como si tuviera una maestría en ello, miro su cara en el espejo y tiene los ojos cerrados con la boca entreabierta. Me gusta sentir el poder que tengo sobre él, me gusta mirar como lo hacemos y siento el calor recorrer mi cuerpo.

Tomo su mano y meto uno de sus dedos en mi boca. Abre los ojos para observar el espectáculo, chupo, lamo y paso mi lengua por el lado donde tiene la huella para volver a chupar esta vez metiendo por completo su dedo hasta llegar a pocos centímetros de la garganta. Suelta un gemido y apresuro el contorneo de mis caderas, me levanto un poco y me dejo caer para sentirlo profundo y cuando lo hago no puedo más y me corro.

—Mia... —susurra.

— ¡Mia, Despierta! —Abro los ojos y noto que Vicky tiene las mejillas rosas y los ojos abiertos de par en par.

Miro a mi alrededor y los demás están igual que ella.

— ¿Qué sucedió? —susurro, se acerca confidente para hablar.

—Estabas gimiendo y todos te escucharon, incluido el profe.

Con horror reparo en el rostro de Erior quien tiene un ceja alzada y observo en nuestra dirección sentado detrás de su escritorio. ¡Santo cielos! ¡Llévame señor! Hundo mi trasero en el asiento y entonces, El profesor carraspea un poco antes de tomar una hoja y escribir. Alza la mano y me llama hasta.

—Mia, ve con esto a la enfermería.

Arrastro los pies con la vergüenza más grande de mi vida y le hago señas a Vicky para que guarde todas mis cosas y luego me las entregue.

—Profesor... yo...

—No. —Alza una mano pero no me mira a los ojos— sin excusas, sal de aquí.

Hago lo que me pide, tomo la hoja y es sorpréndete notar como su mano está tan temblorosa. La molestia que debe de tener debe ser espantosa, ni siquiera pude salvarme del castigo.

Leo la nota cuando voy llegando a la dirección y caigo en la cuenta que de verdad me mandó a la enfermería y no con la directora. Muy ilógico, pero fue su error no el mío, así que iré a la enfermería.

Entro y le dejo la nota a Sofia, una mujer adulta de cabello teñido de rojo que pasa más tiempo durmiendo sobre una de las camillas que trabajando como tal.

— ¿Que tienes? —pregunta al verme.

Arrugo la nariz y hago un leve movimiento de hombros, ella sonríe de lado y señala la camilla del fondo.

—Acuéstate por allá hasta que culminen las clases y trata de inventar algo para colocarlo en los diagnósticos.

Dicho eso vuelve a recostarse y dormir.

Enserio que se pasa de perezosa pero bueno...

Te quiero siempre mía. (LIBRO I &II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora