Ella solo salió de operación, siendo una mujer tan tierna, dedicada, alegre, paciente, fuerte. Me tocó cuidarla, quería hacerlo, necesitaba saber que ella estaba bien...aunque yo no.
Apenas ella volvió a casa viendo como se quejaba del dolor, medicamentos... me dolía verla así.
Una noche yo volví a casa, fui a su recamara a verla... estaba adolorida, ella haciendo el intento de ir por su cuenta a buscar un vaso de agua, solo eso. Me negué a que ella vaya sola así que solo fui a la cocina y volví con ella para dárselo, me retire de ahí y apenas cerré la puerta mis ojos se inundaron y comencé a llorar sin parar temiendo por el día en que ella ya no esté.
Se me hace tan raro como uno se acostumbra a la presencia de alguien y de un día para otro te la arrebatan sin dar un paso atrás, aceptando que volverás a escuchar su voz, nada ni nadie será el mismo, esa persona que cuando se fue se llevó consigo lágrimas tuyas también.
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Ahí tienen la segunda parte de la anécdota que publiqué en el capitulo anterior y un poco de mi opinión de como uno se debe de acostumbrar aunque no quiera a la ausencia de alguien.
En la sección de comentarios de mi perfil hay un mensaje de la notable inactividad aquí. los quiero mucho, tengan una linda mañana,noche, día, tarde o madrugada.
-Elizabeth A.
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lo que calla el corazón
Non-FictionTodos se han llevado un trago amargo que el corazón recibió y ha soportado por tanto tiempo y se ha formado un gran dolor que difícilmente se puede explicar con palabras pero no quiere decir que sea imposible y tanto tu quien esta leyendo esto y yo...