En Siete Días, Viví Mi Momento

🍀 Pánico

Tal parecía que la familia de Miguel tenía que tragar con una noticia completamente difícil para uno de los jóvenes de la familia Rivera.

Claro que, para Miguel lo era más, debía prepararla mentalmente para esta gran noticia, noticia que podía llegar a dar; ya sea, un gran paso para la cerrada mente de lo que es su familia, o simplemente dejar de lado a uno de los miembros de esta. Este último hecho, hacía que inclusive sus huesos temblarán por el terror de que esta última conclusión llegase a pasar. Más siendo Miguel, uno de los integrantes más sensibles, en lo que respecta el núcleo familiar y sus grandes sacrificios.

Fue Miguel quien pudo cambiar la mente de la familia Rivera para que aceptará la música, entonces, ¿Por qué no? también aceptar a la comunidad a donde él sentía que era abiertamente aceptado, nada mas ni menos que la comunidad LGBT.

Aunque no solo era este hecho por el cual Miguel sentía el gran pavor de decir que pertenecía a dicha comunidad, no; sino, que el joven Rivera contaba con un novio. Así es, como lo leen, un novio.

Miguel Rivera ya contaba con un novio de edad similar, y no solo era eso, también contaba con que era el legitimo legado de aquel que una vez hizo separar a la familia. Y si, habló nada mas que Marco de la Cruz, quien era el tataranieto de Ernesto de la Cruz. Y bueno, al tener cierta pizca de rivalidad y cierto rencor por parte de la familia Rivera, era más propenso a que dicha relación no fuera aceptada, sintiéndose peor que una princesa atrapada en un castillo por una bestia que lo resguardaba.

Fue entonces que en una noche decidió poder arriesgar todo, claro antes se debía ser precavido y de que tan peligrosa debía de ser lanzar aquello que deseaba soltar, pero al mismo tiempo tener aquel temor de que no fuera como lo planeabas, o en este caso, se esperará.

     — Fa-Familia— era la voz de Miguel temblorosa, entrecortada al momento de hablar y tímida por el simple hecho de confesar lo que sentía.

Las miradas de todos los presentes, incluyendo Dante y Pepita, miraron al joven Rivera, quien de inmediato sintió una corriente eléctrica atravesarlo de pies a cabeza, estaba nervioso, estaba lleno de pavor ante la declaración.

     — Emm... yo...— titubeó, mirando a la puerta principal de su hogar, en donde ciertos ojos ámbar los miraban fijamente, dándole con esa simple y afelinada mirada, cierta fuerza y confianza.

Marco, era quien estaba del otro lado de la puerta, pues al tener aquel apellido que; ya una vez destruyó a su familia, no le daban el lujo de tenerlo tan cerca de cualquiera del núcleo familiar de Miguel. Este solo asintió, dándole a entender a Miguel que debía de decirlo, ya que era tedioso tener que esconderse entre los ladrillos del pueblo para que ninguno de la familia Rivera los llegará a ver juntos, y mucho al momento de demostrarse aquel afectó que tanto se tenían ambos músicos.

Miguel respiró hondo, volviendo su vista a toda su familia, inclusive a los más pequeños de la mesa; quienes, ya devoraban con la mirada, aquella comida que estaba servida en la mesa.

     — Familia yo... debo de ser completamente honesto con ustedes, ya que no es bueno ocultar nada a la familia, menos si es de suma delicadeza — las primeras palabras salieron como acto de valentía; y el poder saber, que a pesar de todo, tenían que estar de acuerdo con algo pequeño, antes de querer soltar aquella noticia tan delicada.

La adulta, mamá Elena asintió, estando de acuerdo con aquellas pequeñas frases que decía Miguel, enterneciendo al instante a la susodicha.

     — Y... esto que les quiero confesar es... demasiado difícil de decir, y bueno antes que nada — su voz volvía a ser algo tímida y entrecortada, preocupando a sus progenitores y sobre todo a su hermana, pues en sus orbes avellana ya se notaba aquel brillo singular que se tiene cuando se esta a punto de soltar el llanto — En verdad los quiero, a cada uno de ustedes ya que, me permitieron hacer lo que tanto me apasiona. La música, las canciones que llegó a crear, las melodías y el hecho de tener la guitarra de mi papá Héctor, es un gran regalo y privilegio para mi el tenerlos como lo que son... mi familia — la voz se cortaba, las lágrimas eran retenidas, pero inevitablemente unas cuantas traicioneras salían de sus pequeños orbes.