En Siete Días, Viví Mi Momento

🎼 Serenata

Repertorio de música

[Ambiente]

[Serenata]

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El rechazo no era algo que pudiera aceptar Marco de la Cruz a primer instancia que llegaba. No, pues un de la Cruz debía dedicar todo su tiempo a lo que tenía en meta. Como siempre dijo su tatarabuelo Ernesto "Vive tu momento". Eso haría y eso iba a hacer, no importaba lo que tuviera que hacer, pero con tal de lograrlo lo haría.

Lamentablemente para el joven Marco este momento no podía vivirlo al máximo, no podía disfrutar de aquel momento en su vida, no si el dueño de su corazón, con quien le compartía tanto logros como desdichas estaba rechazando sus cortejos.

Había intentado todo, desde cursis poemas; donde estas decían lo que sentía, hasta flores exóticas y muy hermosas; con tarjeta y todo, con gran detalle pero nada hacia doblegar a aquel omega que; a pesar de ser su pareja destinada, este simplemente no aceptaba aquel hecho.

- Vos traéis los mas hermosos ojos que nunca he podido ver. Permitidme entregaos esta hermosa rosa, que no puede competir con tan gloriosa magnificencia, mas sin en cambio deseo que podáis recibid este detalle que le entregó a vos y poder apreciar el amor que os tengo - dijo con la voz más seductora y educada posible. Estaba arrodillado frente a la personas que tanto le robaba los suspiros.

El omega miraba con extrañeza a aquel individuo que se postraba ante sus pies y hacia el drama mas exagerado y cursi frente a toda la escuela.

- Ajá sí, ¿Y tu helado de que la quieres? - cruzado de brazos con la mirada mas frívola posible miró a de la Cruz.

Los orbes ámbar se conectaron a los avellana. En la mente de Marco; y sobre todo su visión, le dejaba aquel deleite al ver al Rivera parado frente a él, en donde le rodeaba un fondo demasiado blanco, y tal parecía que un coro celestial cantaba a sus alrededores, dejando a Miguel como protagónico en su ilusión vaga de un maravilloso arcángel. Pero recordó el porque había llamado al Rivera, había recordado porque estaba arrodillado a sus pies.

- Sal conmigo, Rivera - habló con un tono tan embobado y amoroso, que la mayoría de omegas y chicas beta que estaban cerca, suspiraban enamoradas por las palabras y cada acto que de la Cruz hacia hacia Miguel.

Miguel rodó los ojos, de nuevo aquel estúpidos modo de un alfa al cortejar a un omega.

¡Odiaba ser omega!