✨ Ofrenda

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Día de muertos se acercaba, y con el las fiestas empezaban.

En una familia conformada por los Rivera y los de la Cruz, la dichosa ofrenda se alzaba grácil, fotos de familiares, los seres queridos fallecidos que por aquellos días comenzarían a llegar.

Pero para el joven de la Cruz, faltaba una persona más en dicho altar que se alzaba con cierta pizca de magnificencia. Y era aquel que había lastimado a los seres queridos de su novio, y solo por esto titubeaba el colocar o no dicha foto de su tatarabuelo Ernesto.

El cuadro que tenía en manos la miro por segunda vez, ahí en ese mismo cuadro se podría apreciar a Ernesto coqueto, sonriendole a la cámara con aquella pizca de alegría. Y Marco sonrió por imaginar que era lo que hacia Ernesto en aquel instante que le estaban tomando la fotografía.

Suspiro, recordar que Miguel le había dado las suficientes pruebas para decirle que su tatarabuelo era un farsante y asesino, y mas por el hecho que debía ser olvidado. Pero vamos, no podía dejar de lado a Ernesto, por muy malvado que podría llegar a ser. ¡Era su familia lo quisiera o no!

── Marco ── aquella voz hizo que el susodicho respingara y volteara a ver quien era el que lo llamaba.

── Mi-Miguel ── tartamudeo, encorvándose un poco, no quería que le viese titubear por hacer algo ¿Incorrectamente correcto?

── ¿Qué tienes? ── pregunto, acercándose a su pareja, quien de inmediato giro hacia él, escondiendo a sus espaldas aquella fotografía gastada de Ernesto, claro que Miguel llego a notar ── ¿Qué traes ahí? ── volvió con sus cuestionamientos, inclinándose un poco para poder lograr ver que era lo que su pareja le ocultaba.

Marco sintió una leve inseguridad y duda ante decir, o no, la verdad hacia su novio. No deseaba hacerlo enojar, o comenzar una pelea durante estos días que se celebraba el día de muertos, tradición que adoraban ambos músicos.

── Na-Nada, sólo... ── Marco paro, intentando encontrar una excusa por los suelos ── Miraba la ofrenda ── viro hacia ella, dejando que su novio se acercará, y de igual manera vio aquel altar que ambos habían construido, dejando fotografías de sus seres queridos.

Miguel miraba con algo de nostalgia la fotografía de Héctor con Imelda y la pequeña Coco. Sus recuerdos divagaron en la aventura que paso junto a su tatarabuelo, y fue cuando recordó que Marco era un pariente de aquel que asesino y separo a su familia.

Viró hacia Marco, quien con algo de tristeza veía el altar, y fue entonces que Miguel entendió.

── Marco ── llamo, obteniendo al instante la atención del susodicho ── Quieres colocar la fotografía de Ernesto, ¿Verdad? ── preguntó sin dudar algo sobre el por qué del comportamiento del de la Cruz.

Marco abrió sus ojos de par en par, no pensó que Miguel fuera tan rápido y astuto de lo que hace poco estaba por hacer.

Dejó a la vista la desgastada; y un poco amarillenta, fotografía de Ernesto y suspiro en rendición.

── Sé que lo que hizo no estuvo bien, y que merece tener un castigo por todo el dolor que causo pero... ── miro la fotografía que seguía en sus manos, los recuerdos de su admiración hacia Ernesto le golpeo el corazón, y sobre ello, la extraña y confusa aventura que dio con Miguel en la tierra de los muertos.

── Sigue siendo tu familia ── respondió ahora Miguel, mirando de igual forma la fotografía, miro aquel señor que alguna vez admiró, que alguna vez sonó con ser como él, pero simplemente su historia y el mismo de la Cruz no era lo que esperaba. Soltó un pesado suspiro y viro hacia donde la foto de sus papá Héctor  estaba, seguramente él hubiese hecho lo correcto y volvió su mirada a Marco ── La familia es primero, Marco ── dijo con suavidad, tomando las manos de Marco; las cuales seguían sosteniendo la fotografía malgastada, y le sonrió, mirando fijamente aquellos orbes ámbar con aquel sutil brillo en los ojos.

En Siete Días, Viví Mi MomentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora