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Bajo tierra crece, además, la muerte. Uno tras otro se acumulan los cuerpos descompuestos, los sueños que no se convirtieron en realidades, las canciones sin componer, los pecados que fueron nunca pagados, los amores, las vidas, los años.

No hay misericordia para nadie. Yo no podré ser libre jamas y nada puedo hacer -tampoco quiero-. Por eso contemplo sentada en las rocas húmedas el religioso ritual de la vida.

Va dando tumbos, corriendo, bailando, ahogándose, majestuosa; por darse en la cabeza con una lápida.  

Estaciones - OtoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora