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—Seokjin, mírame. Estarás bien.

Jin levantó la mirada y sus ojos buscaron inquietos los del hombre mayor que él, que intentaban calmarlo. Sus manos se retorcieron, frotándose las unas con las otras con nerviosismo. Oyó el sonido de la áspera piel de ellas al hacer contacto; su piel estaba seca. Seca a causa del alcohol en gel que se aplicaba constantemente. Eso le recordó rápidamente que debía desinfectarse nuevamente. Sus dedos se aventuraron hacia su bolsillo para sacar el pequeño frasquito de goma y apretó el pomo para expulsar el contenido fuera. El fuerte olor del etanol inundó sus fosas nasales y una sensación de paz llenó el interior de su pecho.

El doctor suspiró.

— ¿Qué hago alguien está enfermo?— Inquirió Jin. El hombre se encogió de hombros.

—Simplemente mantente lejos, pero puedes llevar la máscara si eso te hace sentir más seguro.

— ¿Y si hay alguna bacteria en el establecimiento?

—Ya hablamos sobre eso, Jin. El colegio es limpiado y desinfectado cada día al menos dos veces entre cada jornada, y el padre aseguró que serían precavidos al respecto de las enfermedades. Si alguien se contagia, dejarás de asistir.

Jin asintió, no muy convencido. Observó su mochila y luego la lana del suéter rojo que llevaba. No quería ir, no quería salir del hospital. Su corazón bombeaba fuertemente, y de pronto sintió como su pecho se oprimía por la falta de aire. Sus dedos volvieron a descender, tanteando ahora el pequeño aparatito cilíndrico en su bolsillo, aunque no lo sacó de allí. Solo debía saber que lo llevaba consigo y estaría bien. Llevó su mano a la máscara negra y la elevó lo suficiente para cubrir su boca y parte de la nariz. Estaba listo para irse, pero no se movió. El doctor alzó una ceja.

— ¿Debo sacarte de aquí en brazos?— Bromeó. Jin sonrió detrás de la máscara, negando lentamente. — Eres fuerte, Jinnie. Tú y yo sabemos que puedes afrontar esto.

Él no lo sabía. Pero cuando salió por la puerta en dirección al colegio, se dijo a si mismo que sí.

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— ¿Por qué lo haces, Yein?

Jungkook quiso preguntárselo nuevamente, pero sabía que ella se enfadaría si él lo volvía a cuestionar. Aunque quisiera, el chico no podía quitarse de la mente la idea de que su hermana estaba a punto de cometer la más grande y quizás la única estupidez que había cometido en su vida. Jeon Yein era una persona realmente sensata, coherente y para nada impulsiva. Pero esto rompía completamente con todos sus esquemas.

Y Jungkook no podía sentirse más que culpable por ello.

— ¿En qué piensas?— La pregunta salió de los labios de la chica, quien estaba arrodillada sobre el césped del jardín trasero de su casa. Jungkook suspiró, sentado en la acera, sobre el comienzo del camino de piedra que atravesaba todo el jardín y daba la posibilidad de caminar entre las plantas que su hermana cuidaba con tanto esmero.

—En mañana. — Mintió. Observó como Yein asentía y volvía a su trabajo, enterrando nuevamente la pala de jardinería en la húmeda y oscura tierra.

— ¿Estás aterrado?— Preguntó ella. Jungkook observó como la chica llevaba detrás de su oído un mechón de su lacio cabello negro, idéntico al de él.

—Un poco. Siempre asusta comenzar de nuevo. — Jungkook se encogió de hombros, Yein se giró un segundo para observarlo. Sus ojos se conectaron rápidamente, pero él bajo la mirada. No podía sostenerla.

The truth untold.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora