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Namjoon cerró la puerta detrás de él y la cabaña lo sumió en la más profunda de las oscuridades. Se acercó con paso rápido hacia su laptop, la cual estaba todavía abierta. Deslizando su dedo por el censor táctil que movería el puntero, la pantalla se iluminó brindándole una imagen que lo hizo sonreír momentáneamente. La contraseña se hallaba ya decodificada en la pantalla.

Bingo.

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Los delicados pies de Jimin cayeron descalzos sobre el piso de cerámico al saltar por la ventana y se apresuró a cerrarla con un sigilo digno de cualquier película de suspenso. Incluso si le gustaría decir que no era así, Jimin también debía esconderse de los exigentes ojos de su madre de vez en cuando. Se deslizó hasta el armario, abriéndolo de par en par y dejando caer la camiseta oversize que utilizaba para dormir sobre su cuerpo, quitándose desde abajo el overol negro que llevaba. Ni siquiera se molestó en quitarse las medias de red o los ligueros, dado que no le molestaban para dormir y que de hecho estos últimos se tapaban por completo gracias a la camiseta. Se escabulló aun levemente mareado dentro de las sabanas y la fotografía que descansaban sobre el acolchado cayeron en silencio, ocultándose de los ojos de Jimin hasta el día siguiente.

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Seokjin suspiró, frustrado, mientras el café se deslizaba por su garganta.

No solía tomar café. No porque no le gustara, sino porque lo alteraba demasiado. El medico solía decir que la cafeína no contribuía demasiado con su cuerpo, que empeoraba la ansiedad y que incluso podría acelerarle el pulso y la respiración de maneras en las que no le convenía. De por si el hecho de tener asma bronquial provocaba en él que su capacidad pulmonar se viese notablemente afectada, por lo que era evidente que sobre exigirla no era de las mejores decisiones.

Sin embargo, aquella vez se lo había permitido.

Se lo había permitido porque aquella noche no había podido dormir. Porque los pensamientos lo habían atacado en el silencio tortuoso de su oscura habitación, donde lo único que resonaba en su cabeza eran las constantes dudas y preocupaciones. Había procurado no levantarse, no tomar uno de esos calmantes que el doctor había dicho que eran solo para emergencias porque sabía que determinar aquello como una emergencia sería empeorar su sugestión. Seokjin no tenía permitido determinar absolutamente nada, los límites le habían sido suprimidos hacía tiempo, cuando su terapia había comenzado. Ella había dicho que ponerle nombre a las cosas era definirlas y que, hasta que él no supiese marcar los limites como correspondía, no podría hacerlo. No podía permitirse hablar sobre emergencias, no podía permitirse hablar sobre síntomas, sobre salud, sobre enfermedad. Sabía que aquello solo sería anunciar su propia crisis, y no podía permitírselo.

Por eso no había dormido, por eso se había permitido un café. Para estar despierto durante el resto del día.

El problema era que, como hacerlo en la cocina del hospital no era una opción, Seokjin había tenido que comprar un café en una de las tantas cafeterías que había de camino al colegio y eso significaba que había tenido que pasar al menos tres veces la toalla desinfectante por la tapa, aunque aun así le siguiera dando asco. No era algo personal, realmente no tenía nada en contra de aquella conocida cadena de cafés y tampoco tenía pruebas para justificar la falta de higiene que su cabeza estaba imaginando, pero aun así le producía rechazo. Porque la vida de Jin se basaba en eso; en preocupaciones sin fundamentación alguna, sin ningún tipo de prueba, sin ningún tipo de base. Su cabeza estaba más tiempo en un plano fantasioso del que le gustaría y eso terminaba logrando que las hipótesis aleatorias que de tanto pensarlas, terminaba aceptando como una verdad absoluta.

The truth untold.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora