Capítulo 4

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Kirishima pestañeó con fuerza varias veces, confundido y sin saber muy bien cómo actuar ante la escena que se estaba desarrollando frente a sus ojos, intentando reprimir su instinto de lanzarse a llorar como un tonto al sentirse tan afectado por algo que ni tan solo debería ser de su importancia. Pero, para sus sentimientos, eso tenía gran significado, un grandioso y dañino significado que poco a poco iba negando sus ojos de lágrimas sin que él supiera del todo por qué estaba sucediendo, y por más que limpiaba sus mejillas, ya húmedas por tales lágrimas, estas no cesaban, como si estuviesen acuchillando su corazón con sus peores miedos y torturándole de la forma más cruel imaginable.

Sentía la traición como una estaca atravesando cada uno de sus músculos, en especial su corazón, haciéndole sentir una angustia creciente en su pecho que comenzó a asfixiarlo de manera progresiva. El sentimiento, además, era totalmente desconocido para él, y por ende, no lo comprendía, lo que lo volvía un hecho todavía más aterrador e incomprensible, más terrorífico para su cerebro y corazón, los cuales estaban intentando conseguir una explicación lógica para las lágrimas que no paraban de salir de sus ojos.

Pero, tras darse cuenta de que no podría comprender aquello, su mente comenzó a divagar acerca de otra cosa: ¿de qué había servido la charla de días anteriores si, en esos momentos, Bakugou se estaba contradiciendo a sí mismo y estaba charlando de una forma tan amigable y cercana con una omega? No le encontraba el más mínimo sentido, y ahora sentía como si su confianza con Bakugou comenzara a resquebrajarse de forma lenta, dolorosa y , sin lugar a dudas, terrible posible.

Si pudiera escoger entre ser torturado días enteros y ese dolor emocional, sin titubear hubiese escogido el ser torturado, pues ahora esa visión jamás podría desanclarse de su mente, y le sería casi imposible el poder pedirle una explicación lógica a Bakugou. Aunque, tal como pintaban las cosas y cómo de sincero solía ser el alfa, estaba malinterpretando las cosas y eso solo se estaba tratando de un malentendido que podrían solucionar con las palabras y sin llegar a más lágrimas de las que ya había malgastado al permanecer escondido detrás de una de las rocas de la montaña contemplando cómo el rubio cenizo había permanecido hablándole de forma suave a Uraraka Ochako, omega que estudiaba en la misma clase que ellos y chica conocida principalmente por su atractivo puro y angelical y su aroma a chucherías que a tantas personas había llamado la atención en la preparatoria.

¿Sería que ese olor corporal había llamado también la crítica atención de Bakugou y este no había podido controlar sus más primitivos instintos de alfa y se había acercado a ella con el objetivo de poderla cortejar y ganarse su amor? Su corazón se contrajo ante ese simple pensamiento, no quería que su amistad se rompiese antes de tiempo cuando hacía poco se había convencido de que nadie ni nada podrían separarlo de ese alfa, por lo menos no emocionalmente, y temía que los pocos días que les quedaba en la montaña —que eran solamente aquel y el día siguiente, siendo que partirían nada más el Sol comenzara a ocultarse—, fuesen los más solitarios que había vivido desde que conoció a Bakugou.

Esa terrible visión de su futuro comenzó a hacer que sus lágrimas se aglomerasen en sus ojos, cayendo como de forma pausada, en gotas que desaparecían nada más tocaban el suelo, y su mirada parecía absorta, observando la timidez en la cual Uraraka se expresaba ante Bakugou, y un sentimiento de rabia comenzó a surgir en su corazón. Según todas las personas, Ochako parecía el arquetipo de omega perfecta: tímida, sencilla, modesta y una excelente persona en la que confiar, entonces, ¿por qué Bakugou no la odiaba? ¿Por qué no la repudiaba tal como hacía a todas las otras omegas que conocía de ese tipo?

La única opción que se le podía venir a la cabeza era que Ochako se tratase de la pareja destinada de Bakugou, y que por ello, este fuese incapaz de odiarla y por lo que podía mantener una conversación civilizada con él. Y, es más, Kirishima podía jurar que el alfa había llegado a sonreír varias veces con delicadeza a la chica, y esta, por su parte, desviaba la mirada con timidez, tal como si las palabras de Bakugou le avergonzaran. ¿Estaría realmente el alfa intentando piropear a esa castaña?

[✓] Alfa/Beta  [BakuShima]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora