Capítulo 1

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Me desperté como todas las mañanas por una voz procedente de la cocina.

-¡Megaaaan, baja a desayunar ya o llegarás tarde!- gritó mi madre.

De mala gana decidí salir de mi cama para empezar otro día completamente igual al anterior. Decidí ponerme lo primero que ví en el armario que fueron unos pantalones negros, una camiseta blanca, un jersey de rayas blancas y negras y mis converse negras. Sí, lo sé muy original todo. Me dirigí al baño para hacer mis necesidades cuando mi madre volvió a gritar.

-¡Megan Jones, baja ahora mismo!

A regañadientes y con unas ganas de mear enormes decidí bajar antes de que mi madre soltara otro de sus gritos por toda la casa.

-Buenos días, mamá- le dije con una sonrisa falsa.

-Venga desayuna rápido que te llevo a clase de una vez que vas a llegar tarde.

Por el camino, mi madre lo único que hizo fue hablarme de negocios mientras que yo lo único que hacía era fingir que la escuchaba mientras de vez en cuando le dedicaba una sonrisa o me limitaba a asentir con la cabeza.
Cuando llegamos me despedí de mi madre con un beso y me propuse a entrar al infierno de los adolescentes más conocido como instituto. El mío no era el típico instituto de populares y nerds, en el mío todos éramos iguales con alguna que otra movida pero siempre acabábamos bien.
Cuando me dirigía hacía mi taquilla escuché una voz chillona que la podría reconocer a kilómetros, era Violeta.

-¡Meeeegaaaaaaan! Esperame que entro contigo- cuando llegó a mi lado la pobre estaba más roja de lo normal por la carrera que se había metido desde el parking hasta la entrada.

-Hola Violeta, vamos al baño anda que te veo un poco exhausta y además tengo una ganas de mear.

Bueno Violeta parece la tipica extranjera que iría a España a pasar un verano de fiesta y desenfreno, con su melena castaña y su piel más blanca que la leche con un tono rojizo en las mejillas, a mi me parecía muy mona pero se ve que a los chicos no porque eso de ligar no es lo suyo, pero bueno que no saben lo que se pierden porque esta mujer está más salida que el pico de una puerta.

Cuando salimos del baño está vez si que nos dirigimos hacia las taquillas, cuando abrí mi taquilla una nota cayó al suelo. La recogí y me la guarde en el bolsillo del pantalón, no me apetecía leerla delante de Violeta la leería en alguna clase tranquilamente y luego ya se lo contaría.

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