Lucas.

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Abro los ojos lento y puedo ver a alguien a mi lado, estoy en mi casa y Sara me pasa un vaso con leche sonriéndome. —¿Qué pasó? —pregunto aún aturdido.

—Tu papá casi arma un escándalo por el efecto del medicamento que te dieron, se asustó.

—Si fuera otra persona la que me contara eso no lo creería. —A veces pienso que no tiene sentimientos, sino fuera por las pocas veces que hablamos y me da consejos. Es una roca fuerte, lo admiro en su armadura de hierro.

—Ahora está descansando. —ella es la secretaria de mi papá, pero actúa como su madre—, Me enteré que mi hijo mayor es tu compañero de escuela. —paso saliva inquieto, da un suspiro—. Normalmente voy al hospital por causa de su hermano menor, en cambio hoy me toco ir por él, por descuidado.

—Lo siento. —solo eso alcanzo a decir.

—Él seguirá unos días ahí, yo tengo que regresar ¿Prometes cuidar a tu papá por mí? —lleva la mano al mentón y sonrío asistiendo con la cabeza.

No entiendo bien qué fue lo que pasó, pensé que iba a morir sin remedio y sentí el golpe en la cabeza que me hizo perder la conciencia, estoy muy intrigado. Me levanto y puedo ver que es de noche y mi gato se pasea por la habitación quejándose, tiene hambre, paso por la habitación de mi papá para la cocina y hago de la mías para alimentar a Quito y recuerdo mi primera conversación con aquella mujer...

—Hola Lucas. —me saludó tímida, era hermosa con sus ojos verdes que me perdí contemplándola, basé mi última escultura en ella, en su rostro triangular y blanco, fue tanto el anonado que no respondí al saludo—, Me llamo Catalina y yo soy... —salí corriendo cuando escuché la siguiente palabra, tengo un carácter de niña para las circunstancias que siento miedo y desconcierto, luego de días me senté a escucharla, pues siempre buscaba un momento para hablar conmigo, no le comenté nada a mi papá hasta comprender totalmente todo, soy adelantado en criterio, mis maestros dicen que soy como un adulto atrapado aún en un cuerpo de niño, mi más grande defecto es la cobardía.

Llegado el día puedo escuchar los tacones de Sara y me despierta con una voz suave—, Buenos días Lucas ¿Tomaste los medicamentos como tenía que ser? —, me levanto, froto los ojos asintiendo con la cabeza y ella tiene ojeras notables, sale de habitación para la cocina, papá le grita y luego se calma cuando me ve, pero escuché que la regañó porque vino a casa y no necesitaba hacerlo. Es un idiota para tratar así a una mujer, sin embargo, trata así a todos menos a mí realmente. 

Unto la crema en mi pan silencioso, él toma el diario su temple es como siempre, serio, severo, espera que desayune del todo para bajar su diario con la taza de café mirándome fijo, trago saliva—. Creo que tenemos de qué hablar. —bajo la cabeza—. Sin artimañas tontas. Si callas siempre, exploras algún día, debes hablarme soy tu padre. —y tiene razón, pero no sé de qué quiere hablar específicamente—. Primero háblame del altercado de ayer, a causa de ello tienes la frente golpeada, luego de esa mujer con quien sin mi autorización hablaste. —cuento todo lo del día pasado muy bien, pero de mí ya no sale ninguna palabra al momento de hablar de Catalina y cuando pregunta de nuevo sin querer le lanzo una mirada de condenación que por un segundo lo turba, se levanta y me dice que estoy castigado. Por primera vez me castiga y suspiro porque no entiendo nada. No es que no quiera contarle nada simplemente no me salen las palabras como a él también le cuesta, quiero pensar que le cuesta y no es un hombre sin corazón.

Salgo de la cocina y veo llegar a la niñera cara seria y vieja, es igual de amargada que mi padre, me gustaría quedarme con Sara, pero ella es la secretaria de mi papá. —Te portas bien, en dos a tres días vuelves a la escuela. —dice Sara y me besa el cachete, se va y yo me aburriré.

Paso en el patio toda la mañana mirando la reja que da a la calle, no tengo ganas de hacer nada.

De pronto mi corazón se acelera, veo al hombre de ayer y me congelo por un momento luego corro para cubrirme con un árbol, pero si estoy en mi casa, no podrá entrar. Camina con la mirada perdida y sucio, luego veo a una niña a su lado, ¿qué? se paran frente a mi casa conversando y él se va quedándose ella, se sienta al borde de la reja y abre un tipo de diario, la curiosidad pica y no podrá hacerme nada pues nos divide una reja enorme, la escucho leer.

Soy la espina de los permanentes y la resistencia del cambio absoluto.

Estoy aquí entre cuatro paredes y lamentablemente no soy lo que esperaron de mí, porque en su arrogancia decidieron abandonarme, ya que no seguí su camino, no oculto mi cara y me desangro por los impulsos.

Tus prédicas son vacías pues carecen de moral, mas su raíz no es equivocada, equivocada es tu moral.

Heme aquí que aún con tus desplantes no puedo parar, pues hay un motor más grande.

Yo sé, sé de sus secretos y ustedes saben que yo los puedo hundir por eso me destierran, tapan sus oídos y alardean de que soy pequeño y tal vez sí lo sea, aunque corren el peligro de que me haga grande, no por arrogancias sino por justicias. Pero ni los rebeldes tienen toda la razón por contradecir la razón de ustedes.

Quieren que me acerque a pedir perdón y volver, saben que se puede hacer tarde para mí y se hará tarde para ustedes inmorales porque quizás yo no tenga la fuerza suficiente y no me oirán, pero al Dios de quien se jactan con fría superficialidad los va a destruir por las manos de los rebeldes, mientras los veré quemarse.

Porque de lo que estoy seguro es que la salvación es personal y aquí marco mi lugar de muerte, en el campo de batalla que es mi corazón, prefiero morir con él que convertirme en igual a ustedes y ocultarme el rostro, eso no lo que escogí.

Algunos de verdad no son así y no me dirijo a ellos y espero nunca me les dirija....

Me quedo como tonto sin entender el texto.

—También no lo entiendo, niño...—Suelta y se gira sonriendo—, Es una carta de mi abuelo a alguien o más bien a algunos quizá. —me quedó mudo—. ¿Qué te pareció el golpe que te di ayer? Eres débil, bebé. —habla de nuevo y comienza reír como una loca.

 ¿Ella fue la que me golpeó?

Padre e hijo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora