Mi corazón seguirá latiendo.

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No significa nada, no necesito matarla, a pesar de que profundamente lo deseo, tengo más poder que ella, aunque supo dónde encontrarme con todo y que me encargué de no dejar rastro alguno al salir del país, no significa que podrá contra mí. Me aseguró cuando se dio por vencida de que no daría nunca un paso atrás de su decisión. Siempre me fie de que no volvería a saber nada de mi hijo si se arrepintiera de todo lo que hizo, siempre creí que si la volviera a ver no sería capaz de aguantar y la mataría sin meditarlo, pero estoy aquí en frente de esta mujer y no lo puedo hacer, no así, al menos eso pienso. Me analiza con la mirada como es normal en ella, ya no dirá nada hasta que yo hable y utilice mis palabras para tomar terreno. No diré nada, si insiste llamaré a los guardias para sacarla, me ayudará porque si la sigo teniendo aquí no me controlaré.

—Estoy aquí por mi hijo. —soy de hielo y mi mirada es seria—. Darme la batalla te será difícil, es mejor intentar algo por él.

¡Nunca! justo cuando pretendo llamar a los guardias suena mi teléfono de nuevo y es otro número desconocido, cuelgo—. Es normal que no atiendas números desconocidos por lo que veo. —vuelve a sonar mi teléfono—, Contesta. —pide tranquila y yo quiero matarla.

Cuelgo con una sonrisa, tomó el teléfono de la oficina para llamar a los guardias y aparece una mujer de limpieza—. ¡Incompetentes! —Alzo la voz—. Mi oficina está inmunda, si se repite sus cabezas rodaran, ¡limpien mi oficina ahora! —les ordeno y bajó el teléfono, indiferente doy pasos mientras intento llegar a la puerta con saco en mano, me detiene—. No me toque. —Me zafo—. No se meta conmigo, ni se acerque si sabe lo que le conviene, soy capaz de muchas cosas. —la amenazo y medito su expresión.

—Sé perfectamente en qué te convertiste, por eso me precipité ante tus pasos.

—Lárguese.

—No, tenemos que hablar—. Me toma de nuevo del brazo—, Ya hablé con mi hijo. —el sonido de su voz al decir la última frase es débil, pero lo escuché bien—. ¡Tienes que darme una oportunidad! —está llorando, llorando como nunca quería hacerlo en el pasado. Siento algo en la garganta, los golpes del pecho y no puedo respirar, me toco el brazo. De nuevo, de nuevo la vista se me nubla, busco mi asiento, ella se turba mientras apoyo mi cabeza sobre la mesa y es todo, ya no escucho nada, me desplomo.

Abro los ojos desorientados, está el doctor Bernardo hablando con alguien.

—Tenemos que hacer más estudios, los que hizo el mes pasado no detallan mucho.

—Entonces puede haber algo más grave.

—Por el tipo de sangre que lleva lo hace propenso a enfermedades cardiacas "AB". En algunos casos, la taquicardia no causa síntomas ni complicaciones. Pero si no se trata, como no hizo él, la taquicardia puede alterar el funcionamiento normal del corazón y provocar complicaciones graves, como: Insuficiencia cardíaca, Paro cardíaco repentino o la muerte, etc. El Señor ha pasado por momentos de tensión fuertes y eso lo hace más vulnerable. —Me mira e intento ponerme de pie, me detiene el Doctor.

—¡Suélteme! —mando y ella se queda mirando.

—Cálmate, Lucas está aquí y de seguro va a querer ver a su padre tranquilo.

—¿Qué? No era necesario eres una...

—No, te equivocas. —pasa saliva— Él también está internado.

La piel se me herriza contengo la expresión y me levanto de nuevo, acomodando el saco—. ¿Qué fue lo que pasó?

—Al parecer alguien lo golpeó, me pidió verte y... —Se detiene por mi mirada amenazante, puedo notarlo, la quiero golpear, pero me contengo queriendo saber qué le habrá dicho a mi hijo, de nuevo se queda viéndome—. Maldita sea, habla de una vez mujer.

—No fue algo muy grave, los doctores dijeron que fue el menos golpeado. Tiene únicamente una herida en la cabeza que le provocó un desmayo.

—Entonces... —Apenas evoco la primera palabra y entra Sara, me abraza llorando, preguntándome sobre Lucas, si estoy bien y me habla de que su hijo también esta en el mismo hospital. La maldita clava una mirada asesina a mi secretaria y yo provocándola acaricio sus cabellos consolándola y hablando cerca de su oído. Oh sí, comenzamos el juego, sé cómo es de posesiva. Sara se sorprende por mi actitud y cuando va a preguntar algo la callo dándole un beso en la mejilla para acomodar su cara a mi pecho—. No digas nada, todo va a estar bien con nosotros. —Su mirada se enciende de rabia cuando digo nosotros, me encuentro con su mirada oscura—, Morirás perra. —me digo.

—En cuanto tu amate te consuela yo voy a ver a mi hijo. —suelta la muy hipócrita. 

—Si te acercas a él, no respondo. ¿Qué carajos le dijiste? —la tomó del brazo amenazándola.

Sara la ve atónita posteriormente cambiando su expresión a una de seriedad—. Yo mejor me retiro. —dice saliendo y no me importa. 

Necesito saber... no, mejor haré otra cosa, exijo al doctor saber la sala donde está mi hijo —Quiero ver a mi hijo.

—Lo puede guiar su espo...

—Cállese, jamás le mencioné una esposa. ¿Qué cree que hace?

—Si no quieres puedes pedirle a la Señora Sara que te guíe, ella estaba con él hace un rato, preguntando cosas sobre Lucas como si tuviera derecho. —habla la maldita.

—En efecto. —Dice trabándose el doctor—. No podía darle mucho diagnostico por pedido de su madre. —El estúpido este cree que ella tiene derecho a negar algo—. Comprenderá que el niño quizás esté inconsciente.

Salgo de la sala y me sigue como si tuviera derecho, me apresuro para encontrarlo viendo a Sara en el pasillo la tomo de la mano, posteriormente en una de las salas me percato de él en cama con una venda en la frente, está despierto y tiene miedo cuando me ve, tenso mi mandíbula imponiéndome.

—Es bueno verte papá a ti a mi... —El tiempo se me congela, ¿lo a decir tan fresco? Ella está detrás mí, Sara de nuevo se apresura y lo abraza para callarlo.

—¿Te duele el corazón papá? —pregunta, — ¿cómo lo supo? — Siempre estás con la mano en el pecho o en el brazo izquierdo, hoy en la mañana te dolía más que ayer y con lo que me pasó seguro te ocasionó más pesares. —desinflo mi pecho desviando la mirada.

—No te preocupes, mi corazón seguirá latiendo.

—Mis dos amores así, se me parte el alma. —la muy falsa llora. Juro que no he olvidado ninguna promesa ni advertencia, juro que lo recuerdo... En mi mente, cada confianza y miedo confesado.Un manojo lleno de esas circunstancias, te puedes acercar fácil de la manera que pienses que todo está bien, pero todo vuelve como imágenes en mi mente porque prometí que lo haría y lo voy a hacer.

Sí, tal vez sea por mi rabia renegado, mas es tan bien porque dije que lo haría y yo no retrocedo. Me rio como tapando la boca, me mata la curiosidad de saber qué pasó con mi hijo, intenta levantarse y cae de nuevo desmayado, ¿Por qué? si dijeron que era un golpe leve...

Padre e hijo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora