Luego de 3 semanas buscándolo en mis sábanas, en cada rincón de la casa y la ciudad, descifrando donde podría estar empecé a caer en cuenta que no volvería.
Entonces caí en nuestra cama. No fui a los controles de los siguientes dos meses del embarazo, y solo comía lo suficiente para que el bebé viva.