Tenía dos opciones:
- Quedarme y acompañar a la única mujer que en verdad amé en una de las mejores etapas. Pero ausente y siendo el peor padre del mundo.
- O irme de su vida, tarde o temprano ella me olvidaría y el niño estaría muchísimo mejor sin mí.
Lo curioso fue que nunca me fui del todo, no podía dejarla sola completamente.