LA NATURALEZA DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

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3. CUANDO EL LISTO ES TONTO

Hasta la fecha no ha sido posible determinar todavía el motivo exacto que indujo a un brillante

estudiante de secundaria a apuñalar con un cuchillo de cocina a David Pologruto, su profesor de física.

Pasemos ahora a describir los hechos, sobradamente conocidos.

Jason H., estudiante de segundo año del instituto de Coral Springs (Florida) e indudable candidato a

matrícula de honor, estaba obsesionado con la idea de ingresar en una prestigiosa facultad de medicina

como la de Harvard. Pero Pologruto le había calificado con un notable alto, una nota que le obligaba a

arrojar por la borda todos sus sueños, de modo que, provisto de un cuchillo de camicero, se dirigió al

laboratorio de física y, en el transcurso de una discusión con su profesor, no dudó en clavárselo a la altura

de la clavícula antes de que pudieran reducirle por la fuerza.

El juez declaró inocente a Jason porque, según reza la sentencia —confirmada, por otra parte, por un

equipo de psicólogos y psiquiatras— durante el altercado se hallaba claramente sumido en un estado

psicótico. El joven, por su parte, declaró que, apenas tuvo conocimiento de la nota, pensó en quitarse la

vida pero que, antes de suicidarse, quiso visitar a Pologruto para hacerle saber que la única causa de su

muerte sería su baja calificación. La versión de Pologruto, no obstante, fue muy diferente, puesto que,

según él, Jason se hallaba tan furioso que «creo que me visitó completamente decidido a atacarme».

Más tarde, Jason ingresó en una escuela privada y, dos años después, logró graduarse con la nota

más alta de su clase. De haber seguido un curso normal, hubiera alcanzado un sobresaliente pero decidió

matricularse en varias asignaturas adicionales para elevar su nota media, que finalmente Fue de matrícula

de honor. Pero a pesar de que Jason hubiera terminado graduándose con una calificación extraordinaria,

Pologruto se lamentaba de que nunca se hubiera disculpado ni tampoco hubiera asumido la menor

responsabilidad por su agresión.

¿Cómo puede una persona con un nivel de inteligencia tan elevado llegar a cometer un acto tan

estúpido? La respuesta necesariamente radica en que la inteligencia académica tiene poco que ver con la

vida emocional. Hasta las personas más descollantes y con un CI más elevado pueden ser pésimos

timoneles de su vida y llegar a zozobrar en los escollos de las pasiones desenfrenadas y los impulsos

ingobernables.

A pesar de la consideración popular que suelen recibir, uno de los secretos a voces de la psicología

es la relativa incapacidad de las calificaciones académicas, del CI, o de la puntuación alcanzada en el SAT

Test de Aptitud Académico (Abreviatura de Scholastic Aptitude Test, el examen de aptitud escolar que

realizan los estudiantes estadounidenses que acceden a la universidad) para predecir el éxito en la vida. A

decir verdad, desde una perspectiva general sí que parece existir —en un sentido amplio- cierta relación

inteligencia emocional Donde viven las historias. Descúbrelo ahora