Capítulo 2

298 31 17
                                    

Después de que cada uno dijera el nombre del otro, quedaron ahí estáticos, mirándose a los ojos sin parpadear durante un largo rato, sus respiraciones cambiaban constantemente, de lentas y profundas a aceleradas y poderosas.
Fue ella quién se animó a romper el silencio:

- Agustín ¡Que gusto volver a verte!

Él bajo la mirada y dijo tímidamente:

- ¡Señorita Ángela Bienvenida!

Ella sonrió y sintió el impulso o necesidad de abrazarlo y así fue que dio una pequeña corrida y se lanzó a sus brazos, él se quedó helado después de esa reacción, tardó unos segundos en reaccionar pero cuando lo hizo correspondió a su abrazo con timidez y con extrema suavidad y delicadeza.

- Estás... estás muy grande - dijo ella soltándose del abrazo y mirándolo con una sonrisa.

- Usted... usted también - logró decir él.

- Ay no te das idea de lo mucho que te he extrañado - decía ella emocionada por tenerlo en frente.

- ¿Hace mucho que llegó? - Preguntó él cambiando de tema, no quería asumir que también la había extrañado.

- Hace unas horas... Vinimos a quedarnos una larga temporada - le contaba ella jugando con su cabello.

- ¿Vinimos? - Inquirió él.

- Mamá, Papá y... un amigo... - dijo ella, logrando en él cara de sorpresa.

- Ah ¿Un amigo? Un amigo - rio algo nervioso - que bueno, me alegro - dijo a lo último.

- Si Fausto, él es mi BFF - dijo ella y él frunce el ceño.

- ¿Su que? - Preguntó algo avergonzado.

- Mi BFF... Mi mejor amigo, es como un hermano para mi - explicó ella.

- Bueno Señorita, permítame retirarme debo continuar trabajando.

Ella solo sonrió y él se alejó.

Luego pocos minutos Ángela llegó a su casa ingresando por la cocina:

- Niña Ángela ya va a estar el almuerzo, la están esperando en el comedor - le dijo Caridad.

Cuando iba a responder fui sorprendida por Agustín que apareció semidesnudo, con el cabello mojado, sin remera y con un toallón envuelto sobre su cintura.
Él no percató su presencia y fue directo a la cocina donde se encontraba la olla, como de era de su mala costumbre, tomó una cuchara y probó la comida, Caridad lo regaño y después le dijo:

- Gus ve a vestirte por favor, ya te dije que no me gusta que estés en paños menores delante de nadie, mucho menos si los patrones están cerca.

Él dio media vuelta y la vio, ella estaba muy concentrada mirándolo, ambos estaban sonrojados, uno peor que el otro, inmediatamente él salió disparado hacía su habitación muerto de vergüenza, ella soltó una pequeña carcajada.

- Disculpe Señorita - comenzó diciendo Caridad - No puedo sacarle ese mal hábito a Gus... a Agustín.

- No se preocupe, no pasa nada ¿Cómo lo llama? - Preguntó curiosa.

- Gus. Lo llamo Gus porque cuando era niño no podía pronunciar su nombre - explicó amablemente - decía Gus o Gutin entonces quedó... va en realidad soy la única que lo llama así.

- Bien - dijo ella - Iré al comedor, deben estar esperándome. Nos vemos - Se despidió, Caridad solo asintió con una pequeña sonrisa.

- ¡Gus! Veni por favor - lo llamó su madre.

- Sí dígame mamá - dijo él entrando a trotes a la cocina.

- Necesito que me ayudes a llevar el almuerzo al comedor.

- ¿Yo? - Preguntó él algo sorprendiendo.

- ¿Hay otro Gus y no me entere? - Bromeó.

- Pero Mamá ¿Y Flor? ¿Ella no puede ayudarla?

- Flor fue al pueblo al mercado, por eso te pido que me ayudes, pero si no querés me arreglo sola - dijo seriamente.

- No mamá, la ayudo.

- Gracias. Ahora habrá más trabajo porque hay más gente en la casa - le dijo, él solo encogió los hombros - Lleva esto - dijo ella dándole dos bandejas una con la ensalada y la otra con las bebidas mientras que ella llevaba una con las milanesas y la otra con las papas fritas.

El trabajo de Caridad y Florencia era bastante pesado aunque bien remunerado, debían entregarse del aseo de toda la estancia, de la cocina donde debían preparar comida para los patrones, sus platos eran muy distintos a los de los empleados y obviamente se los atendía primero mientras ellos almorzaban ellas debían llevar el almuerzo a los empleados, los cuales almorzaban en una habitación continua a la cocina ya que sus trajes estaban sucios y no les permitían ingresar a la casa por más que se tratara de la cocina y por último ellas que no lo hacían del todo bien ya que en medio de su digestión debían llevar el postre a los patrones y recoger las cosas del almuerzo luego volvían a terminar de almorzar e inmediatamente debían llevar el postre a los trabajadores y al regresar juntar las cosas del postre del comedor, mientras Caridad lavaba los trastes, Flor iba a recoger las cosas del almuerzo y del postre de los empleados, al regresar se encargaba de enjugar, secar y guardar los utensilios de sus jefes mientras Caridad acababa de lavar lo de ellos, al finalizar Flor debían enjuagar, secar y guardar esos utensillos, iba de aquí para allá guardando las cosas en apartados distintos, mientras Caridad hacía otras cosas de la casa, era increíble como mientras hacían todo eso no se privaban de saborear el postre.
Agustín la mayoria de las veces almorzaba con ellas, obviamente sin antes darse una ducha, cuando lo hacia las ayudaba en su ardua tarea, otras veces con los empleados aunque siempre trataba de ayudarlas con el recorrido a la hora de la comida.
En la cena era prácticamente lo mismo la única diferencia era que solo los patrones tenían postre.

- Permiso - dijo Caridad al ingresar al comedor y Agustín dijo lo mismo pero en un tono más bajo, Emeterio lo miró con cara de poco amigos, no le agradaba en absoluto la presencia de Agustín en el comedor.

Mientras servían el almuerzo, Ángela y Agustín se miraban discretamente.
Al terminar se retiraron, Caridad llevo la comida a los trabajadores y luego se sentaron a comer mientras charlaban un poco.

- Mamá creo que lo mejor será que no vuelva al comedor señor emeterio no le gusta que vaya con usted para ahí cuando ellos están - dijo con seriedad luego de dar un gran bocado.

- Gus tenes que ganarte su confianza y que mejor manera de demostrarle que sos una gran persona que esta eh - dijo ella siendo positiva, Agustín solo se encogió los hombros.

Pasaron unos minutos y Caridad decidió ir a recoger las cosas de los trabajadores y mandó a Agustín al comedor, él no quería pero lo obligó.

- Permiso - dijo él algo nervioso.

Empezó a recoger las cosas bajo la atenta mirada de todos pero la de Emeterio lo ponía particularmente más nervioso.
Cuando alzó el plato de Emeterio se le resbaló de la mano y no puedo hacer nada para evitarlo ya que su otra mano estaba cargada de otros utensilios provocando que cayera sobre el regazo del señor.

- ¡Pero ¿Qué haces inútil?! - gritó enfurecido.

- No es nada abuelo - dijo Ángela acercándose a él.

Agustín quedó atónito sin poder reaccionar.

- ¡Te estoy hablando! - dijo gritándole nuevamente.

- No pasa nada - dijo Gloria.

- Siéntate papá - le ordenó Marcelo.

Todos  tomaron asiento en silencio, el ambiente estaba demasiado tenso, Agustín hecho un manojo de nervios y muerto de vergüenza comenzó a levantar el plato hecho trizas del suelo y al apoyarlo sobre la mesa choca con la copa haciendo que ésta cayera sobre la camisa de Emeterio que volvió a levantarse sin decir nada, tomando a Agustín fuertemente del brazo para luego darle una bofetada, dejando a todos boquiabiertos y a un Agustín avergonzado con ojos llorosos.

Amor Prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora