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❝I hear the preachersay Speak Now orforever hold your peace There's the silence, there's my last chance I standup with shaky hands, all eyes on me Horrifiedlooks from everyone in the room But I'm lookingat you. ❞
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Mi cuerpo comenzó a temblar cuando me di cuenta de que solo faltaban un par de segundos para que el sacerdote dijera esas palabras que serían clave para definir el resto de mi vida.
Y comencé a rezar de nuevo, a pedirle a Dios que esto no terminara mal para mí, ni para Justin.
La decisión final la iba a tener él.
En sus manos caía la responsabilidad de decidir sobre su felicidad y la mía. Tenía todo el poder en sus manos.
Me sentía asustada, nerviosa, mi cuerpo era una extraña mezcla de emociones, muchas de ellas nunca las había sentido hasta ahora. Mi estómago estaba revuelto y sentía que en cualquier momento iba a devolver lo poco que había desayunado esta mañana.
Comencé a repetir en mi cabeza una y otra vez que yo amaba a Justin, que esto era por nuestra felicidad.
Que él merece ser feliz, y yo también lo merezco.
Hay un gran silencio.
Llevé mis ojos alrededor de todo el gran salón y veo a todo el mundo con grandes sonrisas en sus rostros, felices. Y creo que yo soy la única persona que está sufriendo y muriendo en el interior justo ahora, porque claro, ellos no tienen la menor idea de quién soy yo, y de lo importante que soy en la vida de Justin. No tienen idea de la relación que compartimos, del amor que tenemos por el otro, no tienen idea de nada.
Solo él, China y yo.
—Lisa... —China susurró con voz suave a mi lado.
Por un segundo pienso que es la única palabra que ha sido capaz de salir de su boca, no ha parado de repetir mi nombre en todo el día. Quiero reír sobre eso, pero no es el momento, ni el lugar.
En lugar de reír o sonreír, llevo mis ojos hacia su figura.
Asintió en mi dirección, sin embargo ella sí fue capaz de sonreír.
No de esa luminosa y divertida manera con la que siempre lo hace, es una sonrisa que me envía fuerza y valor, una sonrisa que me muestra apoyo y cariño.
