epilogue

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Suspiré sintiendo como los nervios me estaban por comer viva

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Suspiré sintiendo como los nervios me estaban por comer viva. En serio que no podía creerme que el día con el que tanto había soñado finalmente estaba aquí.

Mis manos estaban completamente empapadas del sudor, a pesar de que el aire acondicionado de la pequeña habitación estaba encendido. Mi corazón latía con una rapidez que parecía estar en una carrera contra el tiempo, mis ojos se llenaban de lágrimas cada poco par de minutos.

Siempre había pensado que algunas personas exageraban cuando decían que el día de tu boda era el día más feliz e importante de tu vida. Pero ahora yo estaba viviendo eso, o más bien, estaba a punto de hacerlo.

No podía creer que después del largo camino que habíamos recorrido Justin y yo, lleno de momentos donde habíamos reído, donde habíamos nos amado y llorado, después de que había pensado que tal vez iba a perderlo para siempre hacia un par de meses atrás cuando había estado a punto de casarse con esa chica llamada Nicola.

Estaba tan feliz.

No había palabras exactas que pudieran ser usadas para describir la manera en la que me sentía justo ahora.

Era una combinación llena de tantas emociones, algunas las había sentido tantas veces antes, pero no todas juntas y menos con nuevas, sentía que estaba a punto de explotar.

Suspiré de nuevo, pensando que era como la milésima vez que lo hacía desde que había llegado aquí, unos veinte minutos atrás.

La boda estaba a solo unos minutos de comenzar, solo estaban acomodando a los invitados que habían ignorado por completo la hora que se leía en la invitación.

Un ligero toque contra la puerta me robó de todos los pensamientos que estaban tratando de tomar el control de mi mente.

—Adelante —susurré en voz baja, pero lo suficientemente fuerte como para que la persona al otro lado de la puerta me escuchara.

Lentamente se fue abriendo, hasta que me reveló a mi mejor amiga; China, con su particular cabello oscuro y suelto como una cascada sobre sus hombros, el vestido rojo quemado se abrazaba a su cuerpo de una manera exquisita y hacía que su piel color chocolate resaltara.

Era hermosa.

Me mostró una sonrisa llena de orgullo y pude ver cómo sus ojos se llenaban de lágrimas.

Genial, pensé. Justo lo que necesito ahora que estoy tan sensible.

La recriminé en mi mente, gritándole que no necesitaba que me hiciera sentir más sentimental de lo que ya lo había estado haciendo el último par de semanas.

Speak Now ➳ o.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora