Ícaro

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Y mira hasta donde llega la locura que Ícaro estuvo encerrado en un laberinto y cuando solo tenía que volar sin rumbo fijo, quiso alejarse de todo lo malo que le había pasado en el laberinto y por su ambición, cayó al vacío.

Esto se podría extrapolar a la vida misma.
El laberinto que serían todas esas cosas que nos nublan los sueños, todas esas cosas que nos obligan a hacer sin darnos oportunidad de elegir, todo aquello que nos atrapa.

Las alas serían aquello que nos impulsa a dejar de ser uno más y nos guía.

El sol sería la puta realidad, si pudiera hablar diría "eh, está bien que sigas tus sueños pero no te acerques mucho a mí porque te vas a dar una hostia del quince"

Y tendría razón, las alas eran de cera y el sol las derritió dejando caer a Ícaro al vacío.

Las alas podrían ser sueños o pequeños empujones, que sirvan para salir de lo monótono, pero si te alzas demasiado te caes.

Te caes y estás condicionado a vivir una vida de laberinto, todos los días son iguales pero sabes que tienen algo distinto, vas creando unas alas poco a poco, que sería un proyecto o algo que te haga ilusión, alzar vuelo sería volcarte en el proyecto ya en la recta final olvidando incluso que hay vida más allá de aquello en lo que estás centrado.

¿Y el sol? El sol es la realidad, ¿pero es malo? El sol nunca ha sido malo, lo malo ha sido esa ambición por volar lejos, por escapar de todo.

Pero al final escapó, a un gran precio

Mil batallas internas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora