Mil batallas internas

Historias Para No Dormir

Había una vez una pareja de jóvenes madrileños que se conocieron un día, ambos conectaron, y hasta me arriesgaría a decir que en sus miradas había más tensión que todas las torres de alto voltaje de tu ciudad.

Eran felices, ella con sus exámenes y trabajos de la universidad que él nunca llegaría a experimentar. Él con sus rayadas emocionales y depresiones que nunca la dejaría a ella experimentar; porque como dijo años atrás "no quiero romper ningún corazón porque sé lo que se siente"

Se escribían en instagram, Twitter, WhatsApp. Se tiraban horas hablando por teléfono, compartían hobbies...

Hubo un día en que ella, tuvo que partir a Nueva York porque los sueños están para cumplirlos y eso la abriría muchas puertas, aprender inglés, encontrar trabajo, el turismo y poder aprender más sobre la gran potencia mundial.

Pero dejaría muchas cosas atrás, la familia, los amigos, los estudios... Su pareja; su almohada preferida en esos días que solo vale dormir para mandarlo todo a la mierda.

Él, que la repetía a todas horas "tienes que ir, es una gran oportunidad para cumplir tu sueño" aunque a él le rompía en siete cachos la idea de perder a su otra mitad, seguirían en contacto, pero las cosas se apagarían...

Han pasado poco más de 5 meses sin ella, anímicamente, está en la mierda, los caminos llenos de risas que hacían juntos se han convertido en caminos taciturnos con la cruda compañía de la música en sus cascos. El hobbie que compartían ya se ha vuelto en algo más que hacer para mantener su recuerdo.

Le queda poco para terminar pero escucha platos caer y se acerca para ver que ha pasado y si puede ayudar.

Se han roto, no los platos sino los ojos de él.

Está ahí, la persona que debería estar a miles de kilómetros de distancia empieza la conversación con un "llevar 5 meses fuera hace que me olvide como iba esto"

Él echa a llorar, la vuelve a tener a su lado.

Yo también echo a llorar, porque es lo más bonito que ha recreado mi cabeza a las 6:30 de la mañana de un sábado cualquiera