The Ghost of you: Pálido espectro lunar

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Kit Herondale despertó sobresaltado cuando sintió el aire helado en su habitación, sin dudar, rodó fuera de la cama para alejarse del sujeto al lado de su cama, cuya cara estaba casi encima de la suya segundos antes.

–¿Quién eres tú?, ¿cómo entraste al instituto? –interrogó al intruso, quien lo miró de arriba a bajo con un claro desprecio escrito en sus ojos verdes como el pasto en primavera.

–No eres Jace, pero te pareces mucho, no tienes modales –recriminó el apuesto desconocido antes de darle la espalda, listo para marcharse. En ese momento el joven cazador distinguió la transparencia en su cuerpo y supo que era un fantasma. Curioso, persiguió al extraño personaje, hasta entonces sólo había visto a Jessamine rondando por ahí.

Tras buscarlo con ahínco lo halló en la azotea del instituto, sentado a la orilla, mirando fijamente el cielo estrellado, lucía tan tranquilo que daba miedo. Antes de acercarse, Kit se tomó un momento para analizarlo; el espíritu era alto y delgado, pero de fuerte constitución; su piel era blanca, hacía juego con su cabello rubio, casi blanco; tenía bonitas facciones, entre las cuales destacaban las esmeraldas que tenía por ojos, extrañamente familiares –aunque no sabría decir de dónde–. Llevaba puesto el equipo de combate de los cazadores, sin duda debía ser uno de los tantos caídos durante la famosa Guerra Oscura.

–¿Piensas mirarme como idiota todo el tiempo? –espetó el sujeto sin voltearse a verlo.

–No.

–Entonces largo.

–Bueno, yo vivo aquí y me temo que tú no, además, me estabas acosando hace un momento.

–Herondale –masculló molesto el ojiverde–, tú me estás persiguiendo, no yo. ¿O vas a negar que me buscaste por todo el lugar?

–Tú estabas en mi cuarto.

–Cierto.

Después de ese extraño intercambio de frases, Kit se acercó al otro, tratando de ocultar el leve sonrojo en su mejillas. Nunca había visto a alguien tan atractivo –a exceción de Ty–, es decir, Jace era "guapo" de la forma tradicional, pero el rubio ahí presente estaba rodeado de un aire melancólico y salvaje al mismo tiempo; algo en su porte lo dotaba de elegancia y dignidad, a pesar de trasmitir una sensación de derrota, aunque realmente nada suyo revelara eso. No sabría definirlo.

–Nunca te había visto por aquí, Jessamine tampoco me habló de ti –empezó a tantear terreno, esperando la respuesta del otro, pero éste siguió mudo–. ¿Eres uno de los que murieron por culpa de Sebastian Morgenstern?

Al mencionar el nombre maldito, una expresión de dolor atravesó la hermosa cara del fantasma, fue tan fugaz que Kit no podría asegurar si fue su propia imaginación.

–¿Qué sabes de ese tipo? –preguntó sin mirarlo a la cara.

–Mmmmm, que quería quemar el mundo –en su interior, el joven cazador rogaba para que su interlocutor no se diera cuenta de su casi completa ignorancia al respecto, no quería otro discurso sobre la importancia de la historia de los Nefilim, ya había soportado bastantes y se negaba a escuchar uno de los labios de un muerto.

–¡¿Ésa es la historia oficial?! –la incredulidad en la voz del peliblanco era graciosa y su expresión indignada resultaba hilarante, generalmente, todos los cazadores de sombras se ponían serios, era refrescante presenciar otro tipo de respuesta–. ¡Es el colmo! Ustedes nunca han entendido nada –gruñó molesto.

–¿Dices que el peor villano de la historia no era malo? –la sorna en su voz fue involuntaria, pero el otro chico se lo tomó a mal, aunque no dijo nada y siguió viendo la ciudad bajo sus pies–. Ahora me vas a decir, que como Frankenstein y Drácula tiene una historia trágica, una digna de una película barata.

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