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Marcado en rojo el ocho de noviembre destaca en el calendario, indicando sin más la fecha de cumpleaños del octavo custodio de Atenea. Todos y cada unos de sus compañeros pertenecientes a los signos zodiacales lo saben de sobra y es por ello que se encuentran todos sin excepción alguna dirigiéndose a la alcoba del cumpleañero importando les poco el hecho de apenas ser las 6:00 a.m.

Abriendo de una patada la puerta es como Kanon pide acceso a la alcoba principal.

—¡FELICIDADES MILO!

El grito a modo de coro (además de la fuerte patada a su puerta), despierta de manera instantánea al mencionado que al verlos a todos ahí no hace más que sonreír.

—Gracias a todos!— contesta con verdadera alegría a pesar del sueño que recae en él.

Las sonrisas en los rostros de los santos y diosa no tardan en hacerse presentes, al igual que las palabras de la única mujer presente— Apresúrate Escorpio y comienza a vestirte que en un rato tendrás que ir al salón principal, pues no es ninguna sorpresa que allí se realizará la fiesta en tu honor.

El santo de Escorpio asintió de manera efusiva para después mirar de manera directa a cada uno de los intrusos delante de él.

—Y bien bicho, qué esperas para cambiarte?—. La pregunta quedó al aire, obteniendo una respuesta minutos después.

—No lo sé gata, tal vez que se vayan?

Lo obvio se hizo más que presente otorgándoles una bofetada a todos.

—Sí claro—. Murmuró Afrodita un poco avergonzado—. Ya nos vamos, verdad chicos?

Los demás contestarón al unisono con un rotundo sí.

Depués de que todos salieran Milo comenzó a vestirse y cuando ya estaba listo se dirigio al salón principal, donde los demás esperaban ansiosos a excepción de una persona que se quedó esperando lo fuera del templo.

—Hola cuñado.

Aquel honorífico no le hizo gracia alguna a Milo y lo demostró en un gesto de desagrado bastante gracioso—Hola Kanon, sigo insistiendo que Julius no te va a aceptar.

—Que cruel— contestó en un tono dolido que aleguas se notaba fingido—.Nunca se sabe lo que puede pasar, así que ya lo veras dentro de poco locamente enamorado de mí.

—Y que harás si nunca cae a tus pies?

—Irme lo más lejos que pueda, soy capaz de irme al inframundo sólo por su rechazo.

—Si quieres ver a ese espectro cejón no es necesario poner ninguna excusa, sólo ve y ya.

—Me ofendes!—gritó indignado—. Por qué querría yo verle la cara a ese tipo?

La mueca de obviedad en el menor hizo que se tragara sus palabras y sin decir más continuaron su camino. Y apenas llegaron al recinto patriarcal la fiesta dio inicio para después de un rato llegar el momento de abrir los regalos.

¡¡SÓLO POR HOY!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora