En la espesura de un bosque se encontraba andando un carruaje que al parecer era real ya que este pertenecía a su excelencia o divinidad como bien se le suele llamar "Miko" el cual era conocido más por ser su "santidad" debido que era creído un ángel que había bajado a la tierra a excomulgar nuestros pecados mundanos.
"SALVE DIOS AL MIKO", era lo que se solía escuchar mediante pasaba el carruaje entre el pueblo, pero eso era lo de menos ya que su "santidad" se encontraba de lo más feliz debido que al fin podía estar ante la parecencia de su madre a solas la cual hacía tiempo que creía muerta, pero por más extraño que para ese entonces Miko aún reconocía a su madre.
Miko era un joven mediana edad (19-20 años) cabello color gris, casi al color de la plata y ondulado por lo que llegaba a parecer como si fuese él reflejo del mar en él, con sus ojos color violeta casi lila, por lo que tenía puesto su habito, el cual consistía en una hermosa túnica blanca con al parecer piel se osó por detrás y a los costado de la parte inferior del vestido, con bordes color dorado al igual que sus mangas en campanadas solo por las muñecas, ya que en él divisor del brazo y ante brazo se encontraba un tipo brazalete de oro él cual le sostenía las mangas de este pero por debajo se encontraba con una vestimenta de cuello de tortuga lo que se conoce como su interior por lo que al escote era cuadrado sin dejar ver de más, puesto que su cuello de tortuga impedía ver más de lo debido, tanto como sus manos eran cubiertas por guantes y su cabello era adornados por un tipo abanico que representaba su divinidad, con aretes colgados desde detrás de sus pálidas orejas, y su piel blanca cual nieve con labios rojo claro, lo que hacía llegar a veces a pensar en el placer mundano, pero no podría corresponder siquiera a sus deseos carnales ya que se encontraba en él papel más crucial, de hecho se cría que él más aparte de ser un ángel, era la llave para encerrar a lucifer unos 1000 años más destruyendo las gemas del pecado, que estas son albergadas en cuerpos de jóvenes impuras, cada una de estas representaba un pecado cargado en sus tétricas y míseras vidas, ya que como se conocía, estas eran la encarnación del mal, por lo que la tarea de Miko era exterminarlas.
Pero dado el momento que seguían buscando estas, jamás dieron con su paradero, pese a que la inquisición consulto todos los medios posibles, no lograron encontraras a excepción de una menor de tan solo 6 años, con cabellos azules con las puntas internas amarillas, mejillas coloradas, la cual se creía que ella tenía las 7 gemas dentro, pero no fue así, la menor fue condenada a la hoguera por tan injusta inquisición, pero Miko no tomo importancia a esos actos, ya que solo le mencionaban lo fundamental o cercano a él no querían que fuera corrompido por cualquier persona o cualquier dato que le pudiera causar le terror o cargo de conciencia ya que tanto como su cuerpo y pensamiento deberían de ser puros, por ello solo le permitía ser tocado por ciertos jóvenes del palacio o iglesia que mayormente eran niños de entre 5 y 11 años, ya que al cumplir los 12 eran asesinados, por el simple hecho de despertar él deseo o las necesidades sexuales, los que elegían otro camino que no fuera él que su santidad "El papa" ordenase tenían que morir a merced de la iglesia, tristemente ese era el fatídico final que les esperaba al tocar a Miko, ya que creían que si profanaban su cuerpo estaba profanando a Miko por hacerle tocado, pese a este dato igual seguía ignorante haciéndole ver que los jóvenes se habían casado o regresado con sus familias, pero por desgracia no era así.
Al mirar por la ventana daba un leve suspiro, tratando de recodar a todo detalle su sueño ya que estaba por irse a confesar debido a un sueño húmedo bastante imprudente, su temor por la confección era tal que le hizo hasta temer por su propia vida, pero junto valor, aunque no quería hacerlo solo buscó la compañía de su madre quién de forma amable aceptó acompañarlo.
—Perdone me por la tardanza mi señor— anciana se inclina ante Miko a lo que este responde.
—Gracias por acompañarme —acerca su mano hasta donde yacía su madre de nombre Ewellina, una señora de la tercera edad con los ojos serrados, puesto que había perdido la vista hacia años, Miko quería tocarla, pero en ello, antes de que pudiera suceder, Ewellina aleja su mano.
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Él Pecado De La Inquisición
Historical FictionA mediados del siglo 14, el santo oficio se encontraba en su plena gloria, todo delito religioso era considerado brujería o herejía, los castigos eran determinados no solo por las autoridades eclesiásticas, también lo eran por el mismo pontífice a c...