prólogo

165 84 125
                                    

26 de Septiembre de 2008

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

26 de Septiembre de 2008.

"Querido diario.

Odio realmente que papá siempre se quiera hacer con el control de todo. Así que, me he venido a refugiar a una cafetería terce mundista, como él las llama.

Por si no entendiste diario, es una cafetería humilde y realmente encantadora, pero nada que ver con las que el seguramente está acostumbrado.

Bueno, como seguía diciendo, a mis quince años ya me puedo considerar como la mayor admiradora del club de fans que posee Daniel Morgan.

El club del odio.

Bueno, así lo llama ella, su creadora.

Desde que ocurrieron varios acontecimientos que ya he contado anteriormente, la situación cambió muy drásticamente."

Golpeo el bolígrafo negro contra la mesa y tomó un pedazo de galleta.

Paso la mano por mi pelo rubio y llevo el objeto de plástico para morderlo en mi boca.

A la gente le puede resultar raro, que una niña como yo esté sola, pero los encargados ya no le aparece nada inusual, porque llevo tiempo viniendo aquí. En verdad, no soy tan niña. Soy ya adolescente con hormonas y odio a su progenitor.

Oigo como la silla que siempre permanece vacía enfrente mía, es habitada y alzo un poco mi vista para ver al intruso.

—Siempre me he preguntado qué haces aquí, así que con toda osadía he venido a preguntártelo directamente. —Una voz varonil me hace saber que es un chico.

Por instinto o modo de protección, cierro con rápidez mi diario y lo meto en el pequeño bolso de cuero negro.

»¿Te he asustado? ¿Incomodado?

No respondo y busco la sutil manera de echarlo pero sin sonar maleducada.

—No, solo creo que estás invadiendo un espacio demasiado ¿personal?

—Uy, lo siento —sonríe—. ¿Cuantos años tienes?

—No está permitido dar mis datos personales a desconocidos —muerdo mi labio—, y tú eres uno de ellos.

—Yo me llamo.....

—Tampoco quiero saber tus datos personales, no son irrelevantes en mi vida, extraño.

—Eres un poco ¿borde? Si, esa es la palabra. Todo lo de bonita que tienes, lo pierdes cuando abres la boca.

—Eso realmente me molestaría si tuvieras alguna importancia o papel importante en mi vida, pero lamento conscienciarte de que no lo tienes.

—Eso me ha partido el puto corazón, cariño.

—No me llames cariño, por favor. Y ahora me voy, esto ya se ha tornado muy incómodo como para añadirle peso al asunto.

—Eres un poco amargada, en mis dieciocho años de edad, no había conocido a una chica tan amargada.

—Puedes meterte tus dieciocho años donde no haya ni luz ni gravedad, señor mayor de edad.

—¿Qué tienes? ¿Nueve años? Bueno, eso lo dudo, ya estás muy desarrollada.

—Oh rayos, ¿estás intentando algo conmigo? —Miro a sus ojos marrones y muerdo mi labio—. Porque si lo estás haciendo, te aseguro que no es tu especialidad.

—¿Gracias? —Me mira por debajo de la mesa y sonríe—. Eres guapa, la verdad. Solo te falta crecer.

—Y a ti esa célula componente principal del sistema nervioso, que su función principal es recibir, procesar y transmitir información por medio de señales químicas y eléctricas.

—Es la elegante forma de decirme que me faltan neuronas, curioso.

—No tengo tiempo para perder contigo, chico. Me voy. —Dejo algunas libras sobre la mesa, pagando lo que he consumido y algo de propina.

Cojo mi bolso y abrigo, colocándomelo y salgo del recinto.

No hace tanto frío, Manchester siempre es frío pero hoy solo hace un poco de viento soportable.

—¡Oye! —Viene detrás de mí—. ¿Por qué sales huyendo así?

—¿Me estás jodiendo?

Mierda, he dicho una mala palabra. Centellas, mejor dicho dos.

—Bendita esa boca. —Ríe y siento como mis mejillas y nariz se van tornando rojas por el clima.

—Dime lo que quieres. —Pongo mis manos sobre mi cadera.

—No te conozco muy bien pero llevo observándote todas las tardes cuando vengo aquí, escribiendo en ese diario que llevas junto a ti. Me resultas muy expresiva, cada vez que escribes puedo imaginar de que tipo de sentimientos lo estás haciendo. —Muerdo mi labio—. Todo el mundo tiene problemas, unos más que otros. Pero si te pudiera dar un consejo sería que vivieras el momento, eres muy joven para llevar tant carga sobre ti. No sé ni tú nombre, no sé quién eres al fin y al cabo, pero todos merecemos un poco de felicidad.

Lo miro durante un largo tiempo y no sé qué decir.

—Gracias —susurró.

Él sonríe y acomoda bien su chaqueta y mochila.

—Nos vemos, Chispitas.

—¿Chispitas? —Es lo único que puedo decir, este chico me ha dejado realmente sin palabras.

—Sí, eres como chispas, eres ardiente. Que nadie nunca te diga lo contrario. Y más cuando eres tan antipática y amargada.

Se da media vuelta y camina perdiéndose de mi vista.

Y yo solo puedo quedarme en medio de la acera asimilando todo.

¿Qué relámpagos había sido eso?

Bueno, chico de la cafetería, escribiré esto, como una anécdota más. El chico que me dio un discurso sobre la felicidad.

Pero esto solo será un recuerdo, porque seguramente nunca más te vuelva a ver.

Por eso, será mejor escribirlo, para que no sea otro recuerdo perdido de Samantha.


❁. ❁. ❁. ❁.

¡Hola! ¿Qué tal?

Esta es una nueva novela, la empecé a escribir en septiembre y creo que no tiene desperdicio.

Espero que os guste, porque yo la estoy amando a medida que voy escribiendo.

Con eso, disfrutadla y nos leemos, <3.

Empezada: 27/09/2018.

Terminada: ...

.

Los Recuerdos Perdidos De Samantha ©  (Morgan#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora