Universo Alterno/ Serena sabía que tener una hija en común por accidente con su mejor amigo de toda la vida, Darien, ya de por sí era complicado, y más si tomaban la resolución de vivir juntos a pesar de no ser pareja. Aunque lo confuso no era eso...
Perdón por la tardanza en la actualización de este fanfic. Muchas gracias por los comentarios, los votos y las lecturas. No sé si me siguen leyendo pero igual acá publicó. Me pondré de lleno en este fanfic cuando terminé Claro de Luna. Quiero terminar todos los fanfics que tengo publicados. Sin nada más que agregar les mando un abrazo y sepan disculpar los errores en la lectura 🤗💞
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El amor después del amor, tal vez Se parezca a este rayo de sol Y ahora que busqué y ahora que encontré El perfume que lleva al dolor...
Fito Paez . . .
PRIMAVERA 1998
La fecha del nacimiento cayó justamente en el cumpleaños de Serena. Tan emocionada se hallaba la protagonista de esta historia, al recibir este emotivo y envolvente regalo llamado maternidad, que no podía entender ese instinto innato de querer dejar huérfana de padre a su querida hija.
—¡Odio esto! —grito retorciéndose en la cama del hospital—, ¡pero más te odio a ti!
Darien parpadeó rápidamente. La escena se le asemejaba a la niña de la película de "El Exorcista", siendo él el desafortunado sacerdote que debía llevar a cabo el exorcismo...
—Tranquila Serena... —susurró con suavidad, colocando su mano sobre el delicado hombro femenino.
Se escuchó un leve gruñido en la garganta de Serena y lo sostuvo de su túnica tirando de él. Darien quedó peligrosamente a centímetros del muy intimidante y furioso rostro.
—¿Dijiste "tranquila"? Hace doce horas que estoy así, ¡doce horas! —enfatizó casi gruñiendo—, ¡haz algo! —ordenó zarandeándolo.
Darien intentó sonreír con calma, aunque la actitud de Serena lo intimidaba.
—Tranquila Serena —reiteró en un susurro aterciopelado—, nuestra hija es igual de perezosa que su madre, se está tomando su tiempo para enfrentarse al mundo... —bromeó en el peor panorama para bromear.
Serena lo aniquiló con la mirada y el frío helado sopló por cada rincón de esa habitación.
—Quiero que te vayas y que venga un médico... —dijo con su voz de ultratumba.
—Yo soy médico...
—Quiero un médico de verdad, ¡no un payaso! —y lo soltó, empujándolo hacia atrás.
Darien se acomodó su maltratada bata, y frunció el ceño, aunque intentaba mantener el control sobre sus emociones.
