Capítulo 2: Amiga de un Demonio

13 0 0
                                    

La carretera se abrió ante nosotros, las nubes cubrían el cielo, pero había tanta niebla que parecía que también se habían apoderado del suelo, el auto andaba como si navegara en una laguna blanquecina, los edificios desaparecieron, frente a nosotros, solo un bosque que a medida que seguíamos se poblaba más y más.

Estaba en el automóvil de una completa desconocida saliendo por una carretera a través de un bosque, se supone que debería estar más nerviosa, pero todo eso me resultaba extrañamente familiar y tranquilizante.

- Mi día ha sido una puta montaña rusa. – Salió desde el fondo de mi corazón junto con un suspiro, llevé mi mano a mi frente mientras recargaba el codo sobre la puerta chocando y recargándome sobre el vidrio. Cubrí mis ojos presionándolos.

- Y que lo digas. Lo peor es que aún no acaba. – Dijo mientras abría la guantera frente de mí y aventaba algo sobre mi regazo.

Retiré mi mano y abrí los ojos, y sobre mis piernas un par de guanteletes metálicos amarrados entre ellos.

- Em... ¿Qué es esto? – Dije incrédula.

- Esposas... Póntelas. – Dijo completamente seria.

Mi boca se secó completamente, abrí los ojos como 2 discos y sentí como la sangre se desvanecía de mi rostro hasta mis tobillos, helándome.

En ese momento me maldecí a mí misma por haber sido demasiado confiada con toda la situación, quería preguntarle qué estaba pasando, pero en mi mente solo pasaban escenas donde estaba sobre mis rodillas esperando un pedazo de plomo entre mis cejas.

Entré en pánico total, intenté quitar el seguro de la puerta del auto silenciosamente, tomé los guanteletes con la mano izquierda en alto mientras ella tenía su vista al frente, intenté tapar la vista de su rabillo del ojo para que no viera como iba quitando el seguro, y mi cinturón, era difícil desconectar la cabeza con la mano derecha sin que me viera como contorsionista y la alertara de lo que estaba haciendo, pero no llegaba, mi mano no alcanzaba a tocar el botón era frustrante, ella me asustó soltando su mano del volante, se veía demasiado calmada, se recargó sobre la puerta como lo había hecho yo.

Los segundos se volvieron horas en mi mente, empezaba a sudar del estrés, si tan solo tuviera algo que me ayudara a alcanzarla, el que sostuviera así las esposas comenzaba a parecer antinatural y sobreactuado. Mordía mis labios de la frustración, en mi mente parecía tatuarse en sangre la idea de presionar el maldito botón, una gota de sudor entró a mi ojo y me ardió de la cabeza a los pies, pero en ese momento sentí como mi manga se estiraba y presionaba el botón, dejé un grito salir del puro susto, lo que la alertó de mi plan, nos vimos por un segundo a los ojos.

- ¿PERO QUE MIER...? – Y antes de que terminara la oración ya había jalado la manija de la puerta abierto, y caído de espalda rodando por el pavimento.

Sentí como cada piedra del pavimento se incrustaba en mi chaqueta, como si un millón de agujas se atoraran en mi piel, alcancé a ponerme en posición fetal cubriendo mi cara y órganos vitales, pero el dorso de mis manos, mis vaqueros, y con ellos mis piernas quedaron como si hubiera pasado por un rayador de queso gigante.

Al cabo de unos segundos rodando en el suelo me detuve, y conmigo el automóvil que frenó derrapando sobre el pavimento marcando el caucho a su paso dejando un olor a quemado. Me levanté del suelo a tropezones, mis piernas no respondían como quería, avanzaba cojeando puesto que lo único que me permitía avanzar, aun con ese dolor insoportable, era la adrenalina. Quería sobrevivir.

Salí de la carretera y me adentré en el bosque.

- ¡Hey! ¡Espera! - Gritó desesperada y desorientada mientras salía y se asomaba por sobre el techo del automóvil que ahora se encontraba perpendicular a la calle. Me adelanté sin mirar hacia atrás. - ¡QUE ESPERES COÑO! Demonios, no tenemos tiempo para esto... - Murmuró. - Al Diablo. - Y se escuchó un disparo al aire.

Sobre el CordelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora