Solté una risita, me parecía totalmente cómico los notables celos de Matteo, negué con la cabeza mientras mordía el interior de mi mejilla levemente con una tenue sonrisa dibujada en mi rostro. Me quité el guante de cuero negro y comencé a jugar con este mismo, sentía una sensación rara en mí. No quería levantar la vista y encontrarme con la furiosa mirada de Simón sobre mí. Suficiente con lo de anoche, donde Benicio realmente demostraba una vez más que me tenía a sus pies, como odio los chantajes.
— Ámbar, ¿Quieres postre? — me preguntó Mónica.
— No, muchas gracias. Es más, creo que me iré a mi habitación, esto de ser encargada del Roller me tiene muy... Muy estresada — exageré, aunque en cierta parte era verdad, ser encargada no era fácil.
— Oh, bien, si necesitas algo sólo dilo, ¿Ok?
— Sí — respondí e inmediatamente me levanté de la mesa para poder irme.
Cerré mis ojos por unos instantes cuando salí del comedor. La tensión poco a poco comenzaba a desaparecer, prácticamente corrí hacia mi cuarto, quería encerrarme a escuchar música mientras terminaba de organizar el papeleo del Jam and Roller.
— Bien, entonces acordamos que Ana vería aquello y, mientras, vos... — recordé a la vez que tomaba un formulario —. ¡Sí, esto es perfecto! — exclamé cuando ví aquella hoja de papel que subieron para el open anterior en la web del roller.
Unas ideas locas comenzaron a surgir en mi cabeza, ¿Cómo no se me había ocurrido antes? Sonreí victoriosa. Esto tenía funcionar, al fin haría algo para unir a todos y esto provocaría confianza en mí, les haría a creer a todos que cambié. Es entonces cuando daría mi golpe final, mi plan iba a destruir a Luna. Chillé de la emoción, sería fantástico deleitarme con esto, además supuse que Benicio comenzaría dejar sus malos tratos luego de que escuche mi idea. ¿Verdad? Bueno, eso espero.
— Ámbar Smith, sos una genia — se dijo a sí misma.
Cuatro toques en la puerta e interrumpieron el momento perfecto, bufé y me dirigí a la misma. Tomé el pomo de la puerta y lo giré, la silueta de mi "prima" semirubia apareció, ella jamás venía a buscarme lo cual me sorprendió bastante. Rodé mis orbes azules.
— ¿Podemos hablar? — sonrió con un notable nerviosismo, asentí sin más y la dejé pasar —. Permiso... — ella se sentó en el pequeño sofá que yacía en mi dormitorio.
— ¿Qué querés? — hablé de forma directa, obviamente no tenía tiempo para rodeos.
— Ámbar, yo sé que tú y yo no hemos tenido la mejor relación, pero ¿Sabes algo? No obsante a eso siempre me voy a preocupar por ti. Porque hay un lazo que nos une, y lo sabes bien.
— A ver, a ver... — la frené inmediatamente —. No te confundas, eh. Que ahora vos seas... Lo que seas, no significa que debamos fingir ser mejores amigas. Porque no lo seremos. Nunca. Jamás. ¿Entendés?
Su expresión cambió y su semblante se tensó.
— ¿Quién te hizo eso? — preguntó de forma directa señalando mi brazo, fijé mi mirada en aquel punto que estaba marcando y aplané mis labios al instante. La miré por unos lacónicos segundos sin saber que decir.
— Me choqué con la baranda de la escalera. ¿Algún problema?
— ¿Estás muy segura Ámbar? — soltó una risa sarcástica —. ¿Ahora eres muy torpe para chocarte todo el tiempo con las cosas? — soltó irónicamente.
— ¿Qué tratás de decirme, Luna? — dije con voz temblorosa, esto comenzaba a provocar que mis nervios estuvieran a flor de piel.
— No soy tan tonta, que mis papás no se hayan dado cuenta eso no significa que yo no, ¿Ok? — se cruzó de brazos —. Si quieres que esto siga siendo un secreto te conviene que me lo digas. ¿Quién te lo hizo? — inquirió moviendo un dedo con impaciencia, una y otra vez.
— Luna... — advertí.
— ¿No me lo dirás, Ámbar?
— Pero no me pasa nada. Ay, no, ¿Sabés qué? Andáte, me agotaste — dije tomándole la muñeca y arrastrarla a la salida de mi cuarto.
— ¡Oye! ¡¿Qué te pasa?! — se quejó.
— Me cansaste.
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Inmarcesible ©
Fanfiction"Que no se puede marchitar" La visita de los chicos de la Roller Band y Matteo en la mansión, resulta de la manera menos pensada. Ámbar y Luna ilusionadas por reparar aquellas relaciones que tanto anhelaban volver a vivir, pero que ahora estaban de...