Capítulo 1: Llegada a Nirzon.

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El olor que desprendía el suelo húmedo calmó al hombre, que espera en la calle de forma tranquila mientras fuma.
La gente camina en grandes cantidades a pesar de la tardía hora que es entrada la noche.

Entonces, divirtamonos hoy. — escucha a su derecha.

Hay un hombre poco agraciado y con aspecto cansado abrazando a una mujer con maquillaje seductor, vistiendo ropa que deja muy poco a la imaginación.

El hombre suspira y disfruta del cigarro en su boca mientras saca grandes bocanadas de humo. Quiere disfrutarlo pero necesita acabar rápido.
La puerta detrás de él es donde estaba hace un momento, pero sus deseos de fumar le ganaron, haciendo que la demás personas le sacara del lugar hasta que acabara con su cigarro.

Vaya mierda...

Pero no tarda mucho en acabarlo.
Mira alrededor a la gente que solo viene a este lugar a satisfacer sus deseos. Un lugar iluminado con sólo luces artificiales, con grandes cantidades de neon.

Hay muchas prostitutas en este lugar, aún así al hombre no le importa. Él no está aquí por eso, sólo por el dinero que gana haciendo lo que hace.
Sin embargo, no hace nada honorable, y la gente querría molerlo a golpes cuando se enterara.

Tira su cigarro al suelo húmedo gracias a la lluvia, y lo pisa de la manera a la que está acostumbrado. Después entra a la puerta detrás de él.
Puede ver que sobre la puerta, con luces de neón esta escrito el nombre del establecimiento ''Quod Asino".

Sólo era un prostíbulo, donde se pagaba por servicios ya sea a mujeres u hombres. Los servicios se daban internamente.

Entra al lugar y camina hasta el fondo a otra puerta. Los ojos negros del hombre solo observan sin muchas emociones las escaleras tras la puerta.
Baja las escaleras hasta la habitación iluminada con luz blanca y allí encuentra una pequeña bodega con cajas por todas partes.

Entre todas las cajas esta un hombre sentado en una silla, con alrededor de 40 años que se le notan en la cara.

¿Terminaste?. — pregunta el hombre en la silla.

Si, termine. — responde el hombre de los ojos negros.

Sé que estarás molesto pero no podemos ser descuidados, además, tampoco deberías fumar, eres joven.

No creo que estés en posición de decirme que es lo que está bien.

Tienes razón, — responde el hombre riendo — te abriré la puerta, Víctor.

El hombre se levanta de la silla y abre una puerta a un lado de una pila de cajas.
El hombre de los ojos negros, Víctor, entra por la puerta abierta.

Deberías intentar peinar ese cabello. — dice el hombre.

Víctor lo ignora, pero toca su cabello con su mano. Su cabello negro, corto y despeinado del cual no se preocupa.

La puerta se cierra detrás de él y dentro hay más gente.

Fuiste bastante rápido. — dice un hombre.

Claro. No tenemos mucho tiempo. — responde Víctor.

El grupo de gente es variado, pero lo que resalta en ese lugar no es esa gente con la que Víctor es familiar, sino todo lo contrario.

En el piso hay varias personas tiradas, varios adultos y más niños, todos vendados y atados. Algunos gemian intentando gritar por miedo a lo que les esperaría.

A esta escena Víctor sólo podía observar con ojos fríos a la gente que tendría un destino horrible.
Probablemente hay mucha gente esperando que estas personas vuelvan a casa, cosa que no sucederá.

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