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Bajé mi vista, no hacía más que caminar por la ciudad, eran ya meses desde la última vez que me sentí libre de alguna manera; entre tanto embrollo dentro de mi ajetreada vida buscaba sentir al fin un poco de paz, era mi momento. Sostenía dentro de mi bolsillo un reloj que me había regalado mi abuelo, era uno con marco de madera, es uno de los objetos más valiosos que poseo, después de todo, pertenecía a un gran sujeto.

Me di cuenta tarde de que un vidrio acababa de caer desde lo alto de un edificio, algún idiota arrojó una gruesa carpeta al vacío, uno de esos vidrios me hirió en el brazo; ese tipo de cosas no se ven muy a menudo, después me enteré de que quien arrojó la carpeta era en realidad un practicante en una de esas grandes oficinas de comercio. Pobre sujeto, muchas veces me había tocado presenciar el trato hacia los que van empezando.

Pero ni la herida en mi brazo ni las razones por las que el sujeto arrojó aquél objeto por la ventana fueron las cosas más interesantes de este día. Una chica de cabello ondeante se acercó a mí, sus ojos eran la cosa más dulce que pudiera haber visto, me ayudó a ponerme de pie y me guió hacia la banca más cercana, ¿estás bien?, déjame ayudarte, esas palabras salieron de sus suaves labios rosas, seguido de aquello, salió corriendo, no había podido decir ni una sola palabra aún, me quedé fijo en el instante en que sus ojos conectaron con los míos, a lo mucho asentí a su pregunta, y de eso no estoy completamente seguro.

Salí de mi trance cuando volvió con unas cuantas cosas para atender mi herida, afortunadamente no era profunda. Hice mi mayor esfuerzo para no quejarme por el dolor que me producía a pesar de su toque suave, he de parecer patético para ella justo ahora, no puedo evitar revelar uno que otro gesto de dolor.

-¡Listo!, como nuevo

-Gracias, lamento que te haya causado tantas molestias

-Para nada, no iba a dejarte así—entonces volví a verla de frente, yo... yo, ¿sabía quién era ella?—entonces creo que me retiro

-¡Espera!—creo que hablé muy alto

-¿Sucede algo?

-Bueno, al menos quería saber el nombre de la chica que me ayudó—esa era mi patética forma de coquetear con esa chica

-Es cierto, soy bastante distraída—rió un poco, me quedé como tonto viendo cada gesto en su rostro—soy Rebecca, mucho gusto

¿Esa Rebecca?, ¿a caso se trataba de ella?

-Soy Jinyoung, Park Jinyoung—reaccioné—mucho gusto Rebecca

-¿Jinyoung?, entonces, ¿puedo llamarte así?

-No—hablaba automáticamente, no sabía por qué no dejaba de arruinar la situación—preferiría que sólo me llamaras por mi apellido por ahora, no es personal, es sólo que no estoy acostumbrado a que me llamen por mi nombre la primera vez—me declaro el rey de los idiotas

-Oh... de acuerdo, Park—sonó su celular, incluso después de mi estúpida manera de comportarme con ella me dirigió una linda sonrisa

-¿Jae?, ¿qué sucede?... ohh, claro, estoy cerca de la avenida Rosbury, en una de las bancas para peatones... con cuidado

Se había sentado junto a mí, veía cómo su clara piel reflejaba un poco la luz del sol, su cabello olía realmente bien, y ella, era realmente hermosa, tan hermosa que no podía ser cierto.

-Si estás dispuesto a esperar un poco más, seguro podríamos llevarte a casa, claro si no hay inconveniente para ti—habló un momento, me encontré con sus hermosos ojos cafés

-Esperaré a que vengan por ti, no tengo prisa, es mi manera de agradecer el gesto, pero no es necesario que me lleven a ninguna parte.

-Está bien

Without wordsWhere stories live. Discover now