CAPÍTULO 1: Un poco de sal...

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ARACELI

Estudiar para chef siempre fue difícil. Al menos para mí. En mi familia no es considerado una profesión, sino más bien, ser la sirvienta que cocina para gente importante. Nunca entendieron mi vocación. Ni lo que siento al cocinar. Sólo una persona ajena al ámbito gourmet lo comprendió. Dion. Pero no pretendo hablarles de ese canalla porque me pone de mal humor. Ya suficiente tengo con que sea él quien va a realizar la primera crítica de mi tan amado restaurante. Trabajé durante años para tenerlo y ser la mejor chef de la ciudad. Y estoy segura que él imbécil de Dion, por el resentimiento que carga hacia mí me dejará mal parada en su nota periodística. Le buscará el pelo al huevo. Lo conozco demasiado bien...para mi pesar.

Perdón por mi alteración es que hablar del tipo me saca de mis cabales. No tengo un plan definido pero si daré todo para que mi proyecto crezca y mi reputación enaltezca. Ya hasta rimo.

─Araceli el proveedor te busca, dice que tiene un problema...─ me habló el mesero, Dominic.

Al escuchar esa palabra "problema" ya me entra el terror en todo el cuerpo. Hoy viene el senador Mclein a almorzar en mi bello lugar y no hay espacios para problemas. Corrí a donde se encuentra el señor que me trae la carne. Estaba caluroso, la primavera se venía con todo.

─ ¿Qué sucede? ¿Cuál es el problema?─ pregunté rápido observando el pedido que le hice.

─No conseguimos el corte de cerdo que me encargó, está agotado, recién para mañana podré tenerlo...─ ¿¡Qué!? Casi entro en pánico y comienzo a golpear al hombre, lo hice mentalmente quedándome unos segundos tildada, creo que hasta el ojo me latía, todo el almuerzo está planificado en base a ese maldito corte que es el preferido por el senador.

─Ay no...─ sujeté mi cabeza haciendo que el gorro casi se me cayera al suelo─ No me puede estar pasando esto ¡Mierda!

Otro motivo de disputa con mi elegante y educada familia son mis "malas palabras" según ellos de mal gusto y de mala educación. Que se jodan.

─Lo siento el pernil es muy solicitado y pues, no pudimos avisarle antes...─ el hombre seguía hablando y con cada palabra me daban más y más ganas de golpearlo, pero, ésta vez no en mi mente.

─Bien...vaya a que Cecilia le pague. ─ me giré y caminé con la cabeza trabajando a cien por hora, que digo cien, a mil por hora, juro que salía humo por mis orejas de tanto pensar en los cambios que debería hacer al menú. Ay Santa mierda...

Bueno, al senador le agrada el cerdo, y la barbacoa, mi mejor opción es hacer unas costillas de cerdo a la barbacoa. Deberán ser las mejores costillas de cerdo ¡Carajo!

La visita del senador es tan importante para mí porque se reunirá con un importante empresario de la zona, habrá muchos periodistas y fotógrafos, antes del almuerzo, cuando la comida a esté lista, debo ordenar a la seguridad que saque a los periodistas del lugar. Ese fue el trato con los asesores del senador. Unos hombres con un carácter más podrido que el pescado del año pasado.

─Bien equipo, la cosa se fue al tacho─ dije entrando a la gran cocina, mi orgullo. Mis cocineros y cocineras se quedaron mirándome asustados─ Faltan pocas horas para que el senador llegue, el proveedor no consiguió el pernil ─ empezaron a murmurar─ Pero...cambiaremos el menú, será costillas de cerdo a la barbacoa, y deben ser las mejores costillas de todo Flowers View, mejor dicho las mejores de la historia, nuestros culos dependen de ello...─ todos me miraron fijos, dudaban de mi orden, pero no refutaban─ A trabajar...

─Tú te encargas de la sal ¿Verdad? - Preguntó Frederick, el segundo al mando. Yo lo había solicitado así hace días, solo para cerciorarme de las cosas un poco más.

La Luna es un QuesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora