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Los rayos del sol entraban indiferentemente a la habitación picando en los párpados del moreno queriendo abrirlos aunque le molestara.

Se incorporó en la cama mientras pestañeaba rapidamente intentando adaptarse a la luz.
Un movimiento a su lado izquierdo hizo que dirigiera una mirada a su acompañante, el cual estaba durmiendo aún. Su boca estaba levemente abierta de la que caía un pequeño hilo de baba, su pelo, revuelto dandole un aire desdeñoso y deshaliñado pero sin perder el toque Malfoy que se sentía. Su espalda blanca como la porcelana y tan suave como la seda.

Aún admirando la perfección de ese cuerpo de volvió a recostar mientras observaba con detenimiento cada lunar, cada peca, cada imperfección en su rostro que lo hacía más perfecto si cabía.

Las rubias pestañas se sacudían levemente debudo a la brisa que entraba por la ventana y sus mejillas mantenían un tono rosado dandole un aire de príncipe, o incluso, de angel.

Inseguro, Harry se acercó más a su cuerpo rodeandolo con sus morenos brazos, haciendo que sus tranquilas intimidades rozaran, proporcionandole un tacto exquisto, pero corto, al descansado cuerpo del Elegido.

Nunca se imaginó acabar así, recostado el la cama de un chico, con el que lo acababa de hacer hace pocas horas atrás, abrazandolo con cariño. Y mucho menos acabaría pensando que ese chico, sería Draco Malfoy, que en cuestión de días, había conseguido cautivarlo totalmente.

El rubio se removió entre sus brazos, pero sin abrir los ojos.

—Te quiero Harry.

—Yo a ti también Draco. —le confesó besando su frente con cariño y cerrando los ojos.

FIN

Call me daddy...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora