— ¿Qué es lo peor que harías por dinero?
— ¿Disculpa? —Jungwoo levantó la mirada para verlo—. No te escuché bien.
— Pregunté qué es lo peor que harías por dinero —Repitió Dongyoung simplemente.
Los dos amigos se encontraban descansando en la comodidad de la cafetería de su universidad. El menor le dio otro sorbo a su malteada, pensativo.
— No lo sé... —Removió inquieto la pajilla dentro del vaso—. Es una pregunta un poco extraña, ¿está todo bien en el restaurante?
Siendo Jungwoo su primer y mejor amigo desde que se aventuró por su cuenta en Seúl, Dongyoung se esforzaba enormemente en proteger su imagen. Terminó inventádole al pelinaranja que trabajaba como mesero en un pequeño restaurante de mariscos, y evitó mencionarle el nombre con la excusa de que la comida era mala.
— Todo está bien —Suspiró.
— Nada de esto está bien.
— Vamos Doyoung, no es para tanto —Ten colocó una mano sobre su hombro; el más alto se apartó del contacto inmediatamente.
— ¡El bailarín aquí eres tú! ¿Por qué me sigue pidiendo a mí? —Soltó el pelinegro antes de sentarse frente a uno de los tocadores—. Ya estoy harto...
— A mí me parece que tienes un admirador —Dijo el tailandés con una sonrisa casi felina.
— Más bien un acosador —Se quejó Dongyoung.
— ¿Y dices que nunca dice nada? —Preguntó Sicheng con curiosidad.
— Nada, ni un sonido —Suspiró—. Solo se queda ahí sin decir nada y me ve, me pone de los nervios.
— Yo preferiría eso a que se la pasen gritándome groserías —Comentó nuevamente Ten antes de soltar un bostezo.
— Oye... —Comenzó el pelinegro—. ¿Tus clientes alguna vez han tratado algo más contigo?
— Hm, no realmente —Contestó el tailandés—. Por lo general son cosa de una vez, y si se llegaran a sobrepasar conmigo hay un botón de pánico en una de las paredes.
— Tendré eso en mente...
Se había vuelto casi rutina que el hombre sin rostro de aquella fatídica noche se apareciera una vez cada semana en el local, y en cada ocasión sin falta pidiera un baile privado de Dongyoung. Después de que la ocurrencia se repitiera un par de veces los nervios del bailarín desaparecieron para ser reemplazados por una familiar sensación de desprecio, similar a lo que sentía por la señora Seulgi o por su maestra de cálculo.
Miró con ojos filosos la silueta situada en el centro de la habitación mientras se dirigía a su posición habitual en el tubo. Desabotonó un poco más su atuendo color negro para dejar a la vista la camisa de malla que llevaba debajo, todo mientras giraba sus caderas alrededor del tubo como una víbora asecharía a su presa. Aún en momentos como aquel su mente no parecía capaz de quedarse quieta, y se dedicaba a saltar de un lugar a otro evaluando todos las decisiones que lo habían llevado hasta esa situación; bueno, aún tenía todos sus órganos en su lugar y nunca se había dejado tocar por un viejo sucio, técnicamente no había tocado fondo y aún conservaba algo de su dignidad.
Su monólogo mental fue interrumpido por una suave voz que le llamaba.
— Doyoung... —Su cuerpo entero se paralizó firmemente antes de que sus ojos encontraran la fuente del sonido—. E-Ese es tu nombre, ¿cierto?
El pelinegro sintió un extraño temblor en su pecho al exhalar.
— Sí —Respondió.
— Ah, bien...
La voz del extraño había sobrepasado con creces sus expectativas. Sonaba relativamente joven, con un tono suave que ganaba un aire de timidez al hablar.
— Creí que no sabías hablar —Declaró Dongyoung con frialdad.
— Oh, es que... Pues... Verás... —Quien quiera que fuera este desconocido ciertamente no poseía el don de la oratoria, el bailarín intentó no reír—. Quería saber si podría... Verte... Fuera de aquí, quiero decir...
Los ojos de Dongyoung se abrieron en sobremanera, cualquier rastro de simpatía que pudo haber sentido por el contrario fue rápidamente reemplazado por desagrado.
— No tenemos permitido salir con clientes, es política del local —Pronuncio el pelinegro casi con asco, esperando que el hombre notara el desdén en su mirada.
— ¡Entonces dejaré de venir! —Sonó desesperado—. Pero por favor...
Un grueso nudo se formó en la garganta de Dongyoung, sintió sus manos temblar y su sentido común nublarse, pero no iría a ceder, puesto que el desesperado no era él.
"Como si fuera a aceptar eso" pensó.
"No puedo creer que acepté esto".
Hundió sus manos en sus bolsillos antes de atreverse a inspeccionar con la mirada el pequeño café nuevamente. Se sentía imbécil esperando por un hombre cuya apariencia ni siquiera sería capaz de reconocer, chasqueó su lengua en frustración y volvió a revisar la hora en el reloj de su celular.
Después de una agotadora semana de estudiar en el día y trabajar en la noche esto era lo último en lo que le gustaría perder su valioso fin de semana. Había llegado diez minutos antes por mera costumbre, sin darse cuenta de que muy probablemente terminaría esperando a su cita por un buen rato. Su estómago se retorció con solo pensar en aquella trágica ocurrencia como una cita.
Al levantar la mirada sus ojos se cruzaron lánguidamente con los de un hombre que acababa de cerrar la puerta de la cafetería a sus espaldas. Una resequedad familiar se apoderó de su esófago cuando el joven pareció reconocerlo y se acercó lentamente hasta su mesa. Se detuvo frente a la silla vacante y bajó la vista de forma cohibida, Dongyoung pudo observarlo jugar con las mangas de su abrigo por un momento antes de hablar.
— ¿Puedo... Sentarme? —En efecto, era la misma persona que escuchó hablar la noche anterior.
— Adelante —Respondió seco el pelinegro.
Una vez sentado frente a él Dongyoung inspeccionó su apariencia detenidamente; tenía facciones suaves y era de buen mirar, sin duda un chico apuesto, pero nada especial dentro de los estándares a los que estaba acostumbrado. Al juzgar por el corto tiempo que lo vio de pie llegó a la conclusión de que no era muy alto, su estatura parecía ser similar a la de Ten. Hasta el momento su mayor atractivo había sido su voz, y con algo de suerte, también su billetera.
— Soy Taeil... —El joven le extendió su mano incómodamente.
Dongyoung la estrechó sin mucho entusiasmo.
— Doyoung.
Vio una pequeña sonrisa formarse en el rostro de Taeil y no pudo evitar sentir un poco de lástima por el castaño.
"Veamos cuando dinero puedo sacarle a este sujeto...".
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EXCITE || Doil NCT
RomanceDongyoung trabaja durante las noches como bailarín exótico para pagar por sus estudios de universidad, con el paso del tiempo se resigna a su situación y espera pacientemente su oportunidad para escapar de aquel agujero. Las cosas cambian cuando un...