Javier Ceballos Jiménez: Colaboración. Martín Kohan. Ciencias morales

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Idioma original: español
Año de publicación: 2007
Valoración: Se deja leer

El título en el lomo del libro, entrevisto anaquel, me atrajo de inmediato. Ciencias morales. Tenía reminiscencias de antiguo tratado inquisitorial, un halo misterioso y pseudo-medieval. No conocía al autor, Martín Kohan, ni había leído nada de él antes. Pero el texto de la contraportada me acabó de convencer para llevármelo a casa: la novela se ambienta en un instituto de élite para estudiantes en el Buenos Aires de los estertores de la dictadura, en 1982. Como adoro las historias de adolescentes recluidos en instituciones educativas, desde Las tribulaciones del estudiante Törless de Musil al Jakob von Gunten de Walser, pensé que iba a disfrutar. La promesa de goce duró solo unas pocas páginas.En un efecto buscado por Kohan, apenas hay emoción en la escueta trama y en los personajes medio autómatas que la pueblan. La gran alegoría que supuestamente es, o al menos pretende ser, del estado represor e hiper-vigilado de Vitela resulta aceptable. Pero cuando se crea una alegoría, la alegoría debe ser interesante y atractiva para el intérprete en los dos planos:en el literal y en el metafórico. Y, en este caso, el literal deviene aburrido, lento y monótono. Y aporta poco al lector: bastaría con escribir "a los argentinos se nos tenía controlados hasta en los esfínteres" para sintetizar las 218 páginas del libro.Y no menciono los esfínteres por eufemismo o con un doble sentido:la escatología tiene un papel destacado en esta obra.María Teresa, la joven preceptora contratada para vigilar a los adolescentes del centro,pasa gran parte de la novela encerrada en uno de los cubículos del lavabo de chicos, vigilando orines y excitándose con su propio deseo de orinar, a la espera de descubrir infractores —chicos que fumen en el aseo— para denunciarlos ante el jefe de preceptores.De la protagonista desconocemos sus motivaciones íntimas o sus opiniones, pero se nos describen pormenorizadamente sus acciones más nimias. Las largas esperas en los mingitorios se hacen eternas, para ella y para el lector. Si la intención del autor era que sintiésemos la asfixia paralizante que provoca un estado represor, lo consigue con éxito.También que, en la parte central del libro,deseemos pasar las páginas con celeridad.María Teresa, la preceptora fiel a las estrictas normas del colegio,en todo momento parece boba, que no pasa nada, también los bobos protagonizan novelas, pero ya cuando el jefe abusa de ella resulta de una estulticia difícil de asimilar.En clave alegórica, imaginamos que los argentinos de Vitela eran también unos pobres memos que se dejaban "violar" sistemáticamente por el régimen. Y debe de ser así porque el resto de personajes de Kohan van por la misma línea: la madre de María Teresa está tan boba como ella; el hermano militar, que luchará en la Guerra de las Malvinas, nunca llega a desarrollarse como personaje; los alumnos del centro, lo mismo, cuando parece que van a trascender del cartón piedra, no lo hacen.Algún crítico apuntó como loable en Ciencias morales la enorme profundidad psicológica...Cuando de una trama sosa te "obligan" a interpretar profundidades metafísicas porque, de lo contrario, tienes un problema —no has sido capaz de comprender nada de nada— no sé qué pensar. O, mejor dicho, mi pensamiento se mueve en una dicotomía que tiene algo de circuito cerrado: "o soy muy tonta para no apreciar la calidad de esto, o va y resulta que esto no es tan excelso como me lo venden". Acabas por aceptar que si la protagonista es boba, tú más por seguir enganchada al libro. Y todo porque, al final, tienes una curiosidad insana por comprobar hasta qué punto puede llegar el autor en su ejercicio descriptivo.Porque, eso sí, como ejercicio descriptivo en la estela de la nouvelle vague, este texto no tiene mácula: regodeo en un tiempo moroso o incluso detenido, precisión exhaustiva a nivel léxico, lenguaje aséptico de tipo notarial, con un extra de detalles prescindibles que lastran el avance de una acción mínima...Los adeptos a este estilo literario tienen en Ciencias morales un apetitoso bocado, sin duda. Absténganse los que prefieren otro tipo de menús literarios.Firmado: Purificació Mascarell

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