BOB POP: UN MIÉRCOLES DE ENERO

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Estoy tomándoles el gusto a algunos personajes mediáticos que se han hecho tan accesibles gracias a internet y cuyo trabajo induce a pensar que aún queda alguna alternativa a la opinión genuina. Y Roberto Enríquez —AKA Bob Pop— está entre mis favoritos. Ya en su faceta televisiva, este hombre consigue llevarnos a la reflexión de la mano de la ironía, aunque el resultado de dicha reflexión siempre nos traiga un trago amargo. Diría que ese es su sello personal y que en estos tiempos en los que hablar es gratis se agradece que algunos se tomen en serio la tarea de explorar nuevas maneras de explicarnos a nosotros mismos, de ensartar la complejidad del mundo en el que vivimos y de encontrar nuevos lugares desde lo que poder alcanzar una óptica fidedigna.

Resumen resumido: Bob Pop se levanta la mañana del miércoles 10 de enero de 2018, se dirige a uno de los kioscos de Las Ramblas y allí se hace con una muestra representativa de lo más florido de la prensa de nuestro país; tanto prensa generalista —El País, El Mundo, ABC, La Razón, La Vanguardia, El Periódico— como prensa deportiva —Mundo Deportivo, Sport, As, Marca— como prensa del corazón —¡Hola!, Lecturas, Diez Minutos, Semana, Love— como prensa económica —Expansión, El Economista y Cinco Días—. De la lectura, del análisis riguroso y también de su paranoica reducción al absurdo (por qué no), a lo largo de cuatro meses, surge este peculiar ensayo.

Bob Pop nos anuncia sus intenciones nada más empezar:

«Mi buena intención con este trabajo era ver la realidad desde ese pequeño hueco que supone un instante, un día en las portadas y páginas interiores de diarios y revistas. Detenerme un miércoles de enero en lo que contaban los papeles ese preciso día, como una muestra aleatoria y finita que, a la vez, me permitiría hacer una de las cosas que más me divierte: establecer un juego de relaciones entre los titulares, noticias y personajes que aparecían ahí como relevantes o dignos de atención. Esa breve muestra me serviría también como ejemplo de lo que interesa a la prensa en papel un día cualquiera, cómo lo cuenta, para quién y contra quiénes (...)»

Me llamó mucho la atención lo original e interesante de la propuesta por lo que no dudé en embarcarme en las escasas 100 páginas. La singularidad de este ensayo ha suscitado diversas metáforas que suelen ir en la línea de la «radiografía» o de la «autopsia». Yo me inclino definitivamente por la «biopsia». Y los resultados son que en medio del jijí y del jajá nos la están colando por toda la escuadra, especialmente a esa inmensa mayoría que no encajamos en el perfil de hombre blanco, heterosexual, maduro y con poder. Y, sobre todo, lo siguiente:

«Los periódicos no son para quienes los leen o los compran, los periódicos se escriben para quienes los pagan»

Así que interesante, a menos que pertenezcas al grupo de los que pagan los periódicos y no al de los que los compran, claro. No voy a ahondar mucho más en el contenido del ensayo ya que, en primer lugar, su escasa extensión merece una reseña contenida que no exponga demasiado y, en segundo lugar, porque, como todo buen ensayo, suscita la reflexión personal con la que cada lector completará o cerrará su proceso de lectura. Solo mencionaré alguno de los planteamientos que aparecen para dar una idea del tono y las intenciones: El «Hola» y el «Proceso» o ¿A quién acusa realmente Rodrigo Rato?. Difícil resistirse.

El propio autor reconoce que Un miércoles de enero ha quedado a caballo entre el ensayo corto y el monólogo largo, porque Bob Pop es muy listo y su afirmación se adelanta a posibles recelos en relación a la forma. Yo digo que, si los tiempos cambian, también deberá evolucionar la manera de comunicarnos, y que para volver a la cueva a pintar las paredes con nuestras propias heces siempre se está a tiempo. De hecho, y visto el panorama, hay quien nunca salió de ella.

Clásicos de LiteraturaWhere stories live. Discover now