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Me encontraba corriendo con mis pies descalzos sobre la arena. A medida que el aire apretaba la arena me agujereaba la piel como si de agujas se tratase.
Lágrimas saladas salían disparadas de mis ojos y me recorrían la mejilla, estas se mezclaban con el sudor y hacian que el frío me congelará la cara como un bloque de hielo.
Las sienes me palpitaban continuamente y mis ojos rojos enmudecidos me excocian,seguí corriendo, pero esta vez más rápido y con más fuerza, la blusa se me pegaba en el abdomen a causa del sudor y el viento que tira a de mi hacia atrás, como si el propio destino no quisiese que fuera en esa dirección.
No podía dejar de pensar en el, en sus ojos oscuros como la noche, y en su sonrisa radiante como el sol, no podía dejar de sentir el dolor que me causó su ida. Lo que quería en este momento es que el volviera, después de todo. Quería sentir el dolor de volverlo a ver, el dolor de mi cabeza al recordar cada detalle de su rostro,cada expresión, su voz...
Pero ya habían pasado 12 meses, y el no aparecía, no daba señales de vida.
Todo en mi cabeza daba vueltas, como si de un juego de mesa se tratase.
No lo podía olvidar.
Y eso era un verdadero problema, me volvería loca si no lo volviese a tener en mis brazos. Siempre había soñado una dulce y larga vida con el,creía en ella hasta que dejó de escribirme, creía en ella hasta que perdí la esperanza. Yo siempre he creído que la esperanza es lo último que se pierde, pero, después de 12 meses, me he dado cuenta de que es lo primero en desvanecerse.
Pasar unos momentos inolvidables con una persona a la que amas y que el viento te lo arrebate como se le puede robar la vida a una hormiga.
Eso es lo que me duele. El no poder haber hecho nada para evitarlo.
Gracias a el comprendí que la vida era un regalo, y no un juego con el que perder simplemente te pone mal sabor de boca.El me hizo entender lo que nadie pudo, y en esta vida hay demasiadas rachas buenas y malas, por lo que lo necesito.
Cometí errores a lo largo de mi vida, pero el los curo solo con su presencia, como un dios mítico de aquellos cuentos de viejas bibliotecas de brujería.
Mi aliento estaba entre cortado, mis piernas estaban dormidas y mi corazón se me salía del pecho.
Las lágrimas cesaron, como si hubiera secado todo el depósito desde que se fue.
Lo amaba incondicional mente, y eso se me hacia insoportable.

Fresh 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora