Capítulo 3.

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-¿No lo extrañas?-me dice Allan mientras suelto el humo del cigarro.
-A veces-tomo una pausa-me da igual en ocasiona iones y en otras me importa mucho.
-Rara-avienta la colilla de cigarro al suelo y la pisa.
Estamos sentados afuera de una casa, no sé muy bien de quien sea, eh pasado varias veces por aquí, me parece que es de una señora ya grande, no le molesta que estemos aquí afuera de su casa. Ya eh estado aquí múltiples veces.
Volteo a ver a Allan, está jugando con su encendedor.
-¿Y porqué terminaron?-interrumpe el silencio.
-Larga historia-contesto.
-Tengo toda la tarde-sonrie.
-No quiero hablar de eso.
-¿Te duele aún?-Contesta y me ve fijamente a los ojos.
Esquivo su mirada y veo hacia lo lejos. A un niño pequeño jugando.
-No, no me duele. Pero no quiero contar ahora eso. Justo ahora estoy confundida.-digo.
-¿Confundida?-Me pregunta.
-Si, no sé ya bien porque lo hice. Me vienes cada vez más razones que hacen o complementan una-lo miro, tiene cara de confusión y suelto-te dije es algo difícil de explicar.
Me mira, sonríe y abraza.
-Ya te extrañaba.
Solo asiento y me quedo en su pecho, cierro los ojos y disfruto el momento.

Mi celular suena, me despierto de un salto y el solo ríe. Me quedé dormida aquí en la calle junto a él. Qué habrá parecido esa escenita, al parecer no fue mucho tiempo. Solo 40 minutos. Contesto y es Marie.
-Amiga dónde andas-dice ella.
-Aqui con Allan, ¿Tú?- bostezo.
-Okey-y cuelga.
Veo mis mensajes, uno en específico me llama la atención. Es de un amigo.
"El martes te vemos en el parque".
Lo dejo en visto y me levanto junto con Allan. Me acomodo mi blusa, y pantalón. Me reviso en la pantalla de mi celular, no me despeiné, ni corrí el rimel, todo bien.
Bostezo y me digo a mi misma-ya debería dormir mis 8 horas completas-mientras camino me invento un juego, no tocar plantas ni rocas. Es bastante fácil, Allan hace lo mismo y soltamos una que otra risa.
Le veo y lo veo con tanto cariño que se me humedecen los ojos, como si quisiera llorar, pero soy incapaz.
Estoy muy feliz el día de hoy.
Hoy no dependo de nadie, solo de mí.

Estoy que me lleva la chingada, si asi de bipolar suelo ser, pero han pasado unas horas y no puedo con tanto, quiero llorar, tengo un enorme nudo en la garganta.
Quiero llorar hasta quedarme sin más lágrimas, tengo ganas de una noche para mi por completo. Estar conmigo misma y reflexionar de todo lo que me ha pasado.
Tengo tantas ganas de tener espacio para mí, pensar todo, reírme, llorar, o hasta enojarme. Pero yo sola. Qué nadie más esté presente y por fin sacar todo estos sentimientos, son de lo peor y me estresa. A veces simplemente tengo mis bajones. Pueden ser las 3 de la tarde, entre carcajadas con amigos, en una fiesta o simple salida y de la nada dejar de reír y sentirme... vacía.
Sentir absolutamente nada. Me siento mal, me estoy jodiendo mentalmente, estoy teniendo pensamientos de derrota. Y no quiero que se repita más. No quiero que mi autoestima o ego bajen. Así estoy bien. Pero simplemente quiero sacarlo todo, llorar, gritar. Pero no puedo no se que me pasa, me estoy privando de mis propios sentimientos, y es que últimamente nada tiene sentido para mí, quiero todo y a la vez nada.
No saben lo jodida que está mi mente, mis pensamientos, todo. Estoy mal.

-Me estoy jodiendo poco a poco-suelto por fin.
-Grita lo que sientes o bien jodete más-me responde.
-Que hermosas palabras Allan, deberías dar motivación personal.
-Soy yo, que querías-dice y seguido corre a aproximadamente un metro de distancia. Se para y grita-¡Te odio! Odio que me hayas lastimado de esa forma, ¡eres una hija de puta!-suelta un Rosita y dice- inténtalo.
Hago lo mismo, me paro en el centro de la calle que juntos recorríamos, veo a mi alrededor, nadie, solo el y yo.
-¡Jodete tanto como yo lo estoy haciendo!-grito y me incorporo.
Me mira a los ojos y sonríe. Parpadeó, ya hay gente en la calle y todas viendonos. ¿Acaso nos escucharon?
Lo golpeó en su brazo Izquierdo, con la mirada le señalo las personas con la mirada clavada en nosotros. Se ríe y me agarra de la mano izquierda, al instante se echa a correr con mi mano izquierda en la derecha de el.
-Wey, esperate-digo entre carcajadas.
Se voltea al escucharme y se detiene.
-¡Mi tennis!-y río.
-¿Donde está?-se ríe conmigo.
-¡Nosé!
-Ven acá y busquemoslo-se dirije a mi, me toma de la espalda y después las piernas, y en unos cuantos segundos ya estoy en sus brazos sin tocar el suelo. Comienza a caminar y no se queja, solo le veo el rostro, se ve feliz, tiene una cierta carisma que me llama la atención. Se ve tan bien, no tiene preocupación alguna. Él está bien, cómo chingados me tiene de amiga, toda estresada y llena de problemas, pero estando con el me hace sentir bien.
-Ahi está-dice y me voltea a ver, e instantáneamente dirijo la mirada a otro lado.-¿me estabas viendo?-dice entre pequeñas risas.
-Quisieras- digo nerviosa, me bajo de él y voy hacia mi otro par de Nike.
-Se ensució-le digo.
-Ya delicada, se lavan.-me dice.-Dame tus tennis y yo los lavo va.?
-No, a mis bebés no los toca nadie-meto mi pie derecho y ajusto la agujeta.
Se ríe y me dice-¿Ya te habían dicho que estás bien loca?-suelta una carcajada y me da un golpe.-Vamonos, tengo que llevarte a salvo a tu casa.
Lo sigo.

-Pensándolo bien no, estoy dejando de sentir cosas por el.-digo de repente.
-¡Eso!-dice emocionado.
Al decir eso siento que desaparece un gran peso que me tenía atrapada. Me siento mejor, más ligera y sonrió para mí. Cómo siempre debió ser.

One.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora